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Quizás has oído hablar de los detectives privados, aquellos profesionales que trabajan para todo tipo de cliente, ya sea particular, empresa, abogado o aseguradora, investigando hechos y conductas privadas para obtener pruebas y reflejarlas en un informe.
Si bien es cierto que no es raro que a todos, en algún momento de nuestras vidas, se nos haya pasado por la cabeza ser investigador privado, no cualquiera puede serlo. De acuerdo, a priori es una profesión divertida y distendida, pero eso sí, requiere unas cualidades y habilidades específicas.
¿Quieres descubrir si tienes lo que hay que tener para dedicarte a la investigación? Si la respuesta es que sí, ¡sigue leyendo para no perderte las cualidades de un buen detective privado. A continuación, te lo contamos.
Cuando pensamos en un detective privado, la imagen que nos suele venir a la cabeza es un hombre con gabardina y un sombrero, quizás escondido detrás de un periódico extendido. Pero, ¿eso pasa desapercibido? Lo cierto es que no, probablemente nos llame más la atención que cualquier otro atuendo.
Y es que una de las cualidades más importantes de los investigadores es tener la capacidad de pasar desapercibido, es decir, los detectives han de ser discretos.
Cuando se investiga un caso, lo óptimo es que el sujeto investigado no se percate de que está siendo observado. De lo contrario, podría cambiar su conducta y convertir toda la información recogida en información inservible.
Además, si muchas personas eligen los servicios de los detectives privados es porque pasan más desapercibidos que la policía o la Guardia Civil, que de discretos tienen poco o nada.
Una de las cualidades de los detectives privados más importante es ser un buen observador. Deben fijarse en aquello que es apenas perceptible a los ojos de los demás, porque así se resolverán los casos más fácilmente.
Estos profesionales deben ser capaces de ver más allá, utilizando todos y cada uno de los sentidos, asimilando los detalles más nimios…
Resolver un caso de investigación es, más o menos, como encajar las piezas de un complejo puzle. Por eso, hay que trabajar de forma ordenada, prestando atención al detalle…
Así que si tu personalidad es más caótica que organizada, más desordenada que planificada, quizás la profesión de detective privado no es para ti.
Un detective privado no solo tiene que tener una formación específica, sino que además debe saber la ética de su profesión. Y es que, a pesar de lo que muchos creen, los investigadores tienen una serie de límites que no pueden ser sobrepasados, debido a las diferentes leyes que encontramos vigentes.
Como hemos adelantado, los casos con los que trabajan los detectives son complejos, y no suelen resolverse en poco tiempo. Por eso, es fundamental que una de las cualidades de los detectives privados sea la paciencia.
Los investigadores tendrán que esperar, hacer vigilancias, hasta poder recoger toda la información necesaria. Si el investigador no es paciente, puede perjudicar el caso y sesgar la información.
Otras cualidades de un buen detective privado son la racionalidad, objetividad…, y también deben ser reflexivos, con las ideas claras. Por supuesto, lo ideal es que sean capaces de priorizar y de distinguir qué es relevante y qué no, para quedarse con la información pertinente y desechar la que no lo es tanto.
Un buen detective privado tendrá una gran capacidad para asimilar conocimientos, datos, información… Pero no solo eso, puesto que también hará una valoración de los mismos, tendrá que relacionar unos con otros, analizarlos rápidamente, etc. Por supuesto, adicionalmente debe ser capaz de transmitirlas correctamente.
Los investigadores, en muchas ocasiones, tendrán que hablar con desconocidos, buscando información relevante, por lo que deben tener facilidad con la palabra y para mantener conversaciones con personas que no conocen.
Muchas veces, los detectives privados tendrán que mentir, inventarse su identidad, etc. Por ello, deben ser sinceros, honestos, fieles y de confianza. De esta manera, el trabajo será mucho más sencillo y los casos se resolverán con mayor prontitud.
Otra de las cualidades de un buen detective privado es ser estable emocionalmente, ya que se trata de un trabajo muy intenso, con altibajos, situaciones inesperadas y de riesgo…
Un detective privado no puede rendirse a la primera de cambio, así que no solo tiene que ser paciente, también perseverante, con una fuerza de voluntad admirable. Solo así conseguirá toda la información que necesita para que el caso salga adelante.
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