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En cualquier proceso penal, las pruebas son el pilar sobre el que se construye una condena o una absolución. Sin pruebas válidas, no hay delito que se sostenga en un juicio. Por eso, tanto la acusación como la defensa centran gran parte de su trabajo en reunir, cuestionar o invalidar esas pruebas.
Pero ¿qué se considera prueba en un juicio penal? ¿Cómo se recogen y presentan? ¿Y en qué casos pueden ser anuladas? Si estás implicado en un procedimiento penal, o simplemente quieres entender mejor cómo funciona este aspecto clave de la justicia, este artículo es para ti.
En términos generales, se entiende por prueba todo aquello que sirva para demostrar los hechos que se juzgan. Su finalidad es clara: acreditar si se ha cometido un delito y quién es el responsable.
Las pruebas pueden ser:
Cada tipo de prueba tiene su propio valor, pero ninguna es definitiva por sí sola. Será el juez (o el tribunal, en caso de jurado) quien valore su conjunto y decida si existe prueba suficiente para dictar sentencia.
Las pruebas se pueden obtener durante dos fases del proceso penal:
Es la etapa previa al juicio, donde se investigan los hechos. Aquí se recogen muchas de las pruebas fundamentales del caso: declaraciones, informes policiales, registros, análisis, etc.
En esta fase, tanto el fiscal como la acusación particular pueden solicitar diligencias de prueba. También la defensa puede proponer actuaciones que considere necesarias.
Durante el juicio, se presentan formalmente las pruebas que serán valoradas por el juez. Esto incluye:
Es importante destacar que no toda prueba recogida en instrucción llega al juicio. Algunas pueden ser rechazadas, impugnadas o consideradas no válidas.
Aunque una prueba pueda parecer sólida, hay casos en los que puede ser anulada y quedar fuera del proceso. La Constitución y la jurisprudencia protegen el derecho a un juicio justo, y eso implica que las pruebas deben obtenerse y usarse conforme a la ley.
Las causas más comunes de anulación son:
Si una prueba se obtiene sin autorización judicial, mediante engaño o vulnerando derechos como el secreto de las comunicaciones, la intimidad o la inviolabilidad del domicilio, puede ser declarada nula.
Ejemplo: una grabación en la vivienda del acusado realizada sin orden judicial puede ser invalidada.
Si una prueba válida se deriva de una prueba nula, también puede quedar anulada. Es lo que se conoce como “fruto del árbol envenenado”: si la raíz está podrida, lo que nace de ella también lo está.
Cuando la cadena de custodia de un objeto no se ha respetado, existe riesgo de manipulación. En estos casos, la prueba pierde credibilidad y puede no ser admitida.
Una confesión obtenida bajo coacción, sin presencia de abogado o en condiciones que comprometan la voluntad del acusado, puede ser anulada. Lo mismo ocurre con testimonios obtenidos sin respetar los derechos del testigo o de la víctima.
Un buen abogado penalista no solo se encarga de aportar pruebas en defensa de su cliente, sino también de impugnar las pruebas de la acusación que considere inválidas o ilegales.
Entre sus funciones están:
Esto demuestra por qué contar con un abogado especializado en derecho penal es fundamental desde el inicio del proceso. Las pruebas, si se manejan bien, pueden ser la diferencia entre una condena o una absolución.
Si el juez estima que una prueba es nula, debe excluirla completamente del juicio. No puede usarse para condenar al acusado ni como apoyo a otras pruebas.
En algunos casos, la anulación de una prueba clave puede incluso hacer caer todo el caso. Otras veces, puede debilitar la acusación pero no hacerla desaparecer.
Por eso es tan importante que todas las pruebas estén correctamente obtenidas, registradas y presentadas.
Las pruebas son el corazón de cualquier procedimiento penal. Pero no basta con tener pruebas: deben ser válidas, obtenidas legalmente y presentadas de forma rigurosa. De lo contrario, su valor se desmorona.
Conocer cómo funciona el sistema probatorio en un juicio penal permite entender mejor tus derechos, defenderte adecuadamente y evitar errores que pueden marcar el resultado de todo el proceso.
Y si estás en medio de una causa penal, recuerda: no estás obligado a demostrar tu inocencia, pero sí tienes derecho a que toda prueba en tu contra sea válida, legal y respetuosa con tus derechos.
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