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En caso de separación o divorcio, los padres se enfrentan a lo que conocemos como custodia compartida o custodia monoparental. En primer lugar, hay que entender que ambos progenitores tienen la patria potestad o, lo que es lo mismo, la capacidad de tomar decisiones importantes respecto al menor. Por ejemplo, un cambio de centro educativo, una intervención jurídica, si hace la comunión…
La patria potestad la tienen ambos padres, se tenga el tipo de custodia que se tenga. Aunque esta capacidad de decisión se puede perder por diferentes motivos: por el fallecimiento de uno de los progenitores, si el hijo se hace mayor de edad, cuando es menor pero se considera como emancipado, si hay una sentencia judicial que así lo dicte o si son adoptados por otras personas.
Una vez dicho esto, vamos a mencionar brevemente cuáles son los diferentes tipos de custodia. Por un lado, encontramos la custodia monoparental, que recae sobre uno de los progenitores. El otro progenitor, el padre no custodio, tiene derecho a un régimen de visita para pasar tiempo con sus hijos.
Y, por otro lado, está la custodia compartida, donde los dos progenitores comparten el derecho para vivir con sus hijos, y se van turnando en distintos periodos de tiempo. Estos periodos los estipula el juez, y suele ser por semanas, aunque también puede ser por meses o años.
Por lo general, lo que buscan los jueces y los padres es la custodia compartida, puesto que se supone que es lo mejor para los hijos. Pero los beneficios de este tipo de custodia van más allá. ¿Quieres descubrir cuáles son? ¡Sigue leyendo para no perdértelo! A continuación, te lo contamos.
Cuando hablamos de las ventajas de la custodia compartida, hay que hacer distinción entre los beneficios para los hijos y los beneficios para los padres, ya que tienen puntos de vista completamente diferentes.
Primeramente, hay que destacar que los hijos no suelen percibir la separación de los padres como un problema cuando la custodia es compartida. Los niños se tienen que acostumbrar a ir de una casa a otra, pero todo lo demás son ventajas.
Cuando la custodia es monoparental, es evidente que los niños tendrán más y mejor relación con el progenitor con el que viven. Por mucho que pasen, ocasionalmente, un fin de semana con el progenitor no custodio, o las vacaciones, no es lo mismo.
Así que gracias a las custodias compartidas, los hijos tendrán contacto continuo con los dos progenitores. Esto es un beneficio claro para los niños pero, por supuesto, también lo es para ambos padres.
Cuando la custodia es de este tipo, los hijos no notan que la situación ha cambiado tanto a cuando vivían todos juntos en un mismo hogar. En otras palabras, la situación es menos traumática y no tardan prácticamente nada en retomar sus rutinas y hábitos.
Los padres tienen que estar en contacto continuo, puesto que toman las decisiones juntos y tienen que organizarse conjuntamente. Es por ello que la comunicación se vuelve más fluida entre los progenitores, quizás hasta mejor que cuando el matrimonio seguía intacto.
Como los dos padres están involucrados activamente en la vida de sus hijos, lo estarán en la del otro progenitor. Ambos tienen el mismo poder, la misma potestad para tomar decisiones, etc. Y esto, desde luego, mejora la situación de los hijos.
Habrá menos conflictos, menos cambios de última hora y no tendrán que hacer de intermediarios. Tampoco “estarán en medio”, entre los dos progenitores, lo que suele generar mucha tensión en los hijos.
Años atrás, la custodia compartida no estaba bien vista. De hecho, el divorcio o la separación tampoco lo estaban. Pero, con el paso del tiempo, se ha ido normalizando y, aunque supone una situación difícil para las personas a las que afecta, la situación ha mejorado mucho.
Es por ello que el sentimiento de los hijos tras el divorcio o separación, al haber custodia compartida, es mucho más positivo que años atrás. Siguen sintiendo que son una familia pese a la separación, gracias a que hay menos complicaciones que antes.
Cuando la custodia es compartida y no monoparental, los progenitores no sentirán en ningún momento la pérdida del hijo. Y es que los padres no custodios pueden experimentar duelos realmente duros y traumáticos en caso de “perder” a sus hijos.
Además, los padres van a mejorar la relación que tienen entre sí. Si antes discutían constantemente y eran incapaces de ponerse de acuerdo, ahora lo harán. Más que nada, porque es la única manera de que la custodia compartida funcione correctamente.
También hay que destacar que, a nivel económico, no supone un cambio tan drástico como tener la custodia monoparental. Al menos, desde el punto de vista del padre custodio, puesto que tendría que hacerse cargo de todo el gasto económico del día a día, por mucho que el progenitor no custodio le diera una pensión alimenticia.
Por último, pero no por ello menos importante, los padres tienen los mismos derechos y responsabilidades. Así que, a partes iguales, verán a sus hijos crecer, tomarán decisiones por y para ellos conjuntamente… En ningún momento uno de los padres tendrá más relevancia en la vida de los hijos que el otro.
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