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Las piscinas en las reformas: ese detalle que cambia todo el jardín

Reformar una piscina para mejorar estética, seguridad y funcionalidad

Mogador Construcción y Jardinería Publicado: 17 de junio de 2025

Las piscinas en reformas: ese detalle que cambia todo el jardín

Hay quien reforma la cocina. Hay quien empieza por el baño. Pero cada vez es más común mirar hacia fuera. Al jardín. Al espacio que en verano se convierte en el centro de todo. Y ahí, tener una piscina cambia completamente las reglas del juego.

No se trata solo de tener dónde refrescarse. Es el punto de encuentro, de relajación, de tardes que se alargan. Una piscina bien hecha puede transformar por completo el ambiente de una casa. Incluso aunque ya exista, muchas veces necesita una segunda vida.

Reformar una piscina: ¿por qué hacerlo?

Porque con los años, muchas se quedan viejas. El gresite se cae, los bordes están gastados, el agua ya no se ve tan clara… o simplemente el diseño ha dejado de tener sentido. Reformar no siempre significa tirar todo abajo. A veces basta con cambiar ciertos elementos clave: el revestimiento, el sistema de filtrado, el acceso.

Además, las necesidades cambian. Lo que hace diez años se veía útil, hoy quizá no lo sea tanto. Se puede hacer más segura, más cómoda, más bonita… y también más eficiente, que al final se nota en el bolsillo.

A esto se suma una cuestión importante: el uso real. Hay piscinas que apenas se aprovechan, precisamente porque no están bien pensadas. A veces, con una pequeña reforma, pasan de ser un trasto olvidado a convertirse en una parte activa de la vida diaria.

Diseño y entorno: cosas que importan (más de lo que parece)

Una piscina redonda puede quedar bien en algunos jardines. En otros, no encaja ni con calzador. El tamaño, la forma, los materiales… todo eso debería elegirse con calma, teniendo en cuenta el entorno. Porque no es solo escavar, rellenar y ya.

También cuenta si se quiere integrar vegetación, si se va a poner una zona de sombra, si se va a utilizar de noche (por eso muchas tienen iluminación ahora)… En resumen: hay muchas decisiones pequeñas que al final hacen que el conjunto funcione o no.

Y no siempre es necesario optar por soluciones caras o complejas. Hay materiales accesibles y duraderos, combinaciones que funcionan bien visualmente y ajustes que no requieren una gran inversión pero sí una planificación previa.

Lo legal también importa

Y aunque no suene tan divertido, hay que hablar de normativa. No todo vale. Dependiendo del municipio, pueden pedir ciertos permisos, exigir distancias mínimas, establecer límites de profundidad o incluso pedir cerramientos. Saltarse estos pasos puede traer problemas serios.

Mejor asegurarse antes de empezar. También porque, una vez está construida, modificar lo que no cumple es mucho más caro.

Incluso en reformas pequeñas, es recomendable consultar antes con un técnico o revisar la normativa local. De esa manera, se evitan sorpresas y retrasos que pueden frustrar el proceso.

Seguridad: no solo para niños

Sí, si hay niños pequeños es casi obligatorio contar con barreras, suelos antideslizantes o cubiertas. Pero incluso sin niños, una piscina segura evita sustos. Por ejemplo, los escalones integrados son una mejora sencilla que ayuda a todos.

También existen sistemas de cierre automático, alarmas o elementos flotantes de seguridad que pueden marcar la diferencia, sobre todo en espacios donde la piscina no está siempre a la vista.

Al final, nadie quiere una piscina que dé más preocupaciones que alegrías.

No es solo una piscina: es parte del jardín

Otro error común es tratarla como un objeto aislado. Y no lo es. Una piscina, para que funcione visualmente, debe encajar con el resto. El césped, los caminos, las plantas, la luz… todo juega su papel.

Se pueden poner árboles que den sombra, zonas con piedra para no manchar el agua, incluso pequeños detalles como bancos o macetas que cambian completamente la sensación del espacio.

Además, todo lo que rodea a la piscina también influye en el mantenimiento: el tipo de suelo, el drenaje, la proximidad de hojas o tierra… Una planificación correcta evita muchos problemas futuros.

¿Vale la pena tener una piscina?

Depende. Si se usa, si se cuida y si está bien diseñada, sí. Mucho. Porque no solo mejora el día a día, sino que también aumenta el valor de la vivienda. Y no siempre hace falta una inversión enorme. A veces, un buen cambio en el borde, una nueva bomba o un sistema de limpieza automático ya marcan la diferencia.

También es una forma de ganar independencia. No tener que depender de piscinas comunitarias o desplazamientos, poder disfrutar del verano desde casa, organizar reuniones sin preocuparse por horarios… todo eso suma.

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