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Cuando buscamos una rutina de cuidado de la piel, hay que tener en cuenta una serie de factores para conseguir resultados y no dañar la piel. Por ejemplo, tenemos que seguir una serie de pasos sí o sí, que son:
Pero eso no es lo único que tienes que saber. Además, debes conocer cuál es tu tipo de piel. Pero, ¿por qué? Principalmente, porque es la única manera de elegir un tratamiento apropiado a tu rostro, mejorando así su salud y aspecto. Pero no solo esto sino que también un buen tratamiento hará que los signos de la edad tarden en aparecer.
En este artículo, ponemos el foco en los tipos de piel y cómo saber cuál es el tuyo. ¿Quieres descubrirlo? ¡Sigue leyendo para no perdértelo! A continuación, te lo contamos.
Dentro de los cuatro tipos de piel encontramos la normal, seca, grasa y mixta. Lo más habitual es que se determine genéticamente, pero también afecta el estado interno y externo al que se somete nuestra piel.
La piel normal es lo que se conoce como aquella que tiene buen equilibrio. Es posible que la zona T, es decir, la frente, barbilla y nariz, sea un poco grasa, pero la hidratación y el sebo están en equilibrio. En otras palabras, el rostro no está ni muy hidratado ni muy seco.
Una piel seca produce menos grasa que la piel normal, así que carece de los lípidos que necesita para retener humedad y protegerse del entorno. De esta manera, se deteriora la barrera. Además, conforme pasa el tiempo, la piel se seca más.
Dentro de la piel seca encontramos la piel seca, la piel muy seca y la piel extremadamente seca. Suele darse porque la piel pierde agua por calor, estrés o actividad, o por falta de factores hidratantes naturales o lípidos epidérmicos.
La piel grasa produce mucho sebo. Cuando esta producción de sebo es excesiva, se denomina como hiperproducción y recibe el nombre de seborrea. Lo que puede provocar una piel de este tipo es la genética, los cambios y/o desequilibrios hormonales, medicación, estrés o productos para el rostro que lo irriten.
En la piel mixta encontramos dos tipos de piel, una en la zona T y otra en las mejillas. La zona T es grasa y pueden verse poros agrandados en la zona, quizás con impurezas. Las mejillas son normales y secas.
Para este método, debes limpiar tu cara en profundidad, con un limpiador suave preferiblemente. Seca el rostro y no apliques ningún otro producto. Después de 30 minutos, observa tus mejillas, barbilla, nariz y frente para comprobar que no haya brillo.
Después de otros 30 minutos, comprueba si tu piel está reseca, en especial al mover las facciones. En caso de tener brillo en la nariz y la frente, seguramente tu piel sea normal o mixta. Si el brillo va más allá y llega a las mejillas, tu piel será grasa.
El método de la hoja secante es más rápido que el anterior, y es muy efectivo para diferenciar entre una piel seca y grasa. Pasa un papel seco por distintas áreas de tu rostro y sostén el papel mirando a la luz para ver cuánta grasa es visible.
En caso de haber poca o nada de grasa, seguramente tu piel sea seca. Pero si, por el contrario, el papel muestra mucha grasa en la frente y la nariz, tu piel será normal o mixta. En caso de que la hoja esté saturada de grasa, tu piel será grasa casi a ciencia cierta.
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