Historia de la ebanistería: ¿qué es y en qué se diferencia de la carpintería?
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Cuando hacemos una mudanza, el estrés es muy elevado. De hecho, estudios afirman que una mudanza supone el tercer motivo de desequilibrio emocional por estrés, estando antes el duelo familiar y el despido laboral.
Es por ello que hay que seguir las recomendaciones de los expertos para sobrevivir en el intento. Por ejemplo, organizarse con tiempo, preparar una maleta para la transición de la mudanza, dejar a mano lo que vayas a necesitar en tu día a día, tira lo que no uses, haz una lista de objetos que llevas de una casa a otra y un largo etcétera.
Pero hay dos sectores que lo pasan peor en estas situaciones de mudanza, ¿sabes quiénes son? Hablamos de las mascotas y los niños, ambos muy susceptibles a los cambios, a los movimientos continuos…
En este artículo, ponemos el foco en los niños. ¿Quieres descubrir qué tienes que hacer para que tus hijos pequeños no se estresen demasiado durante la mudanza? ¡Sigue leyendo para no perdértelo! A continuación, te lo contamos.
Cuando nos mudamos, es normal que tengamos sentimientos encontrados. Por un lado, el incentivo de una nueva casa es un soplo de aire fresco. Pero, por otro lado, puede generar miedo y tristeza.
Pues imagínate cómo lo pasan los niños, que sienten mucho y aún no tienen todas las habilidades que tienen los adultos para manejar emociones o expresar sentimientos. Es por ello que las dificultades que supone una mudanza para los niños son distintas a las de los adultos.
Los niños se van a enfocar en lo que pierden, que puede ser amigos, el centro educativo y los profesores. Pero también echarán de menos su dormitorio. Y es que va a ser muy complicado hacer entrar en razón a un niño acerca de lo mucho que va a mejorar su calidad de vida mudándose.
Además, es habitual que se sientan excluidos, ya que es algo de los adultos con lo que, por norma general, no se les ha pedido opinión. También hay que tener en cuenta que los niños tienen dificultades para expresar cómo se sienten así que, por mucho que quieran hablar contigo, quizás no sepan cómo hacerlo.
Muchas veces se nos olvida que los niños también son personas, por pequeños que sean y, como tales, tienen emociones. Estas son reales, por mucho que los adultos tendamos a minimizarlas. No es buena idea evitar el tema de la mudanza, incluso puede ser peor y provocar más miedo.
Independientemente de la edad, comunica que os mudáis. Eso sí, en función de cuántos años tenga, habrá que hacerlo de una u otra manera, puesto que no va a entenderlo igual un niño de 10 años que uno de 2.
También podéis hablar de cómo os sentís. Cuando los niños expresan sus preocupaciones en voz alta, es más fácil ponerles freno. Además, así puedes dar consejo o intentar tranquilizar a tu hijo.
Es prácticamente imposible no estresarse ante una mudanza. Y cómo lo expresemos afectará directamente a nuestros hijos. Podemos tener conductas más agresivas, ansiosas, etc., que repercutan en el comportamiento de los hijos. Por eso, lo mejor es ir con la verdad por delante.
Como hemos adelantado, los niños suelen sentirse aislados en las mudanzas. Este sentimiento lo evitarás si los involucras en el proceso, desde el principio. Por ejemplo, echad un vistazo a las posibles casas, id a visitar la que hayáis elegido…
También pueden ayudar a recoger, a poner nombres en cajas, a hacer listas o, realmente, cualquier cosa que les haga sentir parte del proceso.
Una mudanza puede parecer lo menos divertido del mundo pero, con el enfoque adecuado, conseguirás que tus hijos se lo pasen de miedo. Pueden decorar cajas, colocar sus juguetes, leer sus libros favoritos mientras los adultos recogen…
Es importante que los niños no se sientan desplazados de su antigua vida. Por mucho que pase poco tiempo, es fundamental que los niños vean caras conocidas cuanto antes. Así, se sentirán como en casa. Puedes hacer que familiares y amigos vayan a visitaros, como si nada hubiera cambiado.
Uno de los miedos más grandes de los niños cuando hay una mudanza es perder el contacto con sus amigos. Tienes que tranquilizarlo en todo momento, asegurándole que no perderá la relación con su entorno.
No solo es una preocupación constante perder los amigos que tenía, sino hacer nuevos. Y es que la idea de conocer a gente nueva en un espacio completamente desconocido puede resultar abrumador para los niños.
Pero, con las herramientas adecuadas, puede salir bien. Por ejemplo, llévalo al parque, apúntale a algún deporte o idioma, invita a sus compañeros a casa, etc.
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