Historia de la ebanistería: ¿qué es y en qué se diferencia de la carpintería?
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Tener un espacio cuidado en el exterior de tu casa es de lo más gratificante. Bien sea porque tienes un jardín, una piscina, un parque… es muy positivo para tu bienestar. Y es que está claro que aportan momentos de desconexión, de contacto con la naturaleza, de relacionarnos con nuestros amigos y familiares y, por supuesto, son áreas estéticas.
Si quieres todos estos beneficios en tu día a día, ¿a qué estás esperando? Pero, al fin y al cabo, se trata de una inversión. Esto quiere decir que hay que prestarle un mínimo de atención: cómo cuidar el césped, cómo proteger los muebles del sol… y cómo elegir las mejores tarimas de exterior.
Sin lugar a dudas, esta es una pregunta muy habitual entre aquellos que tienen un espacio en el exterior de su hogar. No puede utilizarse cualquier tarima, puesto que se expone a elementos que lo pueden dañar.
Así que, ¿cuáles son las mejores tarimas de exterior? Si quieres saberlo, ¡sigue leyendo para no perdértelo! A continuación, te lo contamos.
Quizás hayas oído hablar de la tarima, ya que es un concepto que está en tendencia desde hace unos años. Pero, muchas veces, se desconoce en qué consiste exactamente. Por eso te contamos qué es: el conjunto de placas, también llamadas lamas, grandes y gruesas, habitualmente de madera de cerezo, pino, caoba o nogal.
Entre todos los tipos que han ido surgiendo en el mercado, encontramos la tarima flotante, que suele ser la elegida por la mayoría de personas. Este es el parquet que tiene instalación flotante, por lo que no está pegado al suelo.
Tradicionalmente, la tarima flotante hacía referencia única y exclusivamente a suelos de madera pero, actualmente, se utiliza este término para los suelos laminados que se colocan de esa manera, sin pegar al suelo. La tarima flotante tiene una instalación fácil y rápida, es más barata que los suelos tradicionales, muy estética y resistente.
Pero más allá de la tarima flotante, encontramos otros tipos: las tarimas de madera. Son un tipo de suelo de lo más extendido, por lo que no tendrás ningún problema a la hora de elegir el formato, el tipo o la variedad.
Quizás te estés preguntando por qué elegir una tarima de madera y no de otros materiales. Y es que las ventajas son numerosas, lo que explica por qué las tarimas son elegidas casi siempre de madera.
Por ejemplo, este tipo de suelo aporta calidez en las áreas en que se instalan, ya sea de interior o de exterior. Además, la madera aísla acústica y térmicamente, son muy atractivas visualmente y encajan en todo tipo de estilos y hogares.
También hay que destacar que su instalación es más sencilla que otros tipos de suelos, ofrecen confort al pisar y son superficies higiénicas que no acumulan ni polvo ni ácaros. La madera tiene una gran durabilidad y un mantenimiento muy sencillo, y es un material sostenible y ecológico.
Por no hablar de que este material siempre es tendencia, no pasa de moda, y puedes encontrarlo con muy diversas formas: en diagonal, en espiga, con diseños circulares y un largo etcétera.
Como hemos comentado, dentro de las tarimas de madera hay diferentes tipos de suelos, en función de la madera elegida para la instalación. A la hora de escoger la mejor para el exterior de tu casa, has de prestar atención a algunos aspectos.
Por ejemplo, su durabilidad, resistencia, si cambia o no de color con la luz del sol… Y algo extremadamente importante: si se trata de una madera tropical, tiene que incluir la marca registrada Forest Stewardship Council (FSC). Esto quiere decir que se ha recogido el material de forma responsable y, por tanto, hará tu hogar más sostenible.
La madera de elondo, también conocida como talí o roble africano, es una madera tropical de alta calidad. Se caracteriza por su dureza principalmente, y se puede encontrar en Asia o África originalmente.
Se trata de una madera con colores y tonos claros, entre rosas y amarillos, y duramen (la parte central de los troncos y, por tanto, de los suelos) amarillentos y rojizos. Su fibra es recta y se encuentra entrelazada.
El grano de la madera de elondo es grueso, y es una madera pesada que tiene una densidad de, más o menos, 920 kg/m³ al 12% de humedad. También hay que destacar su dureza, puesto que es dura y muy dura, entre 8,5 y 9,2 en el test de Monnin, que es el test estandarizado para medir la dureza de las maderas.
No solo esto, sino que también se trata de una madera con buena durabilidad, resistente a los hongos, insectos y agentes que puedan dañar el material.
La madera ipé, a la que también se llama madera de lapacho, tiene unas extraordinarias características, por la que los profesionales la recomiendan. Es una especie tropical, al igual que la anterior, pero esta se encuentra en Centroamérica y América del Sur.
El color es de tonos amarillos, con un duramen marrón amarillo u oscuro. Por esto es difícil diferenciarlo de la madera de cumarú, de la que hablaremos a continuación. De todas maneras, el ipé es algo más oscuro.
La fibra, al igual que la anterior, es recta y entrelazada. Su grano es fino y la dureza tiene un valor de 14,6, por lo que se considera una madera muy dura según el test ya mencionado, el test de Monnin.
La densidad es mayor al elondo, puesto que es de 1050 kg/m³ al 12% de humedad: es muy densa. De hecho, lo es tanto, que no puede flotar en el agua.
Respecto a la durabilidad, que es uno de los factores fundamentales al elegir una tarima de exterior, el ipé tiene gran durabilidad, por lo que resiste a insectos y hongos, por contener ácido tánico y por su alta densidad.
La madera de cumarú también es de calidad, y es de las más adecuadas para exteriores, como ocurre con el ipé. La podemos encontrar en Centroamérica y en América del Sur, al igual que la anterior. Además, al ser una madera más fácil de encontrar, puesto que abunda, tiene precios más económicos que otros materiales.
En sus colores encontramos el marrón, desde el más claro hasta el más oscuro. Y, a veces, tiene toques violáceos y rojizos, pero también pueden ser amarillentos o verdosos. La fibra, por otra parte, es recta, y en ocasiones, no siempre, está entrelazada.
Su grano es medio y la densidad es elevada, ya que se trata de una madera de 1020 kg/m³ al 12% de humedad. Y, según el test de Monning, su dureza es de 11, por lo que es una madera muy dura.
La madera mencionada previamente, la madera de cumarú, tiende a llamarse teca brasileña. Pero lo cierto es que nada tiene que ver con la madera de teca o teka, de la que vamos a hablar ahora.
Tiene beneficios que la diferencian de otras, como su fácil trabajabilidad, durabilidad y una atractiva apariencia. Por ello es muy elegida, tanto por profesionales como por los consumidores. Aunque, por esta misma razón, la madera de teca tiene un precio muy alto.
Originalmente se encontraba en Asia, pero actualmente la podemos ver en África, Centroamérica y América del Sur.
El color de la teca es amarillo claro, con el duramen en tonos marrones y dorados. Con el paso del tiempo, los tonos de esta madera mejoran, lo que la hace distinta al resto, con un valor añadido.
La fibra suele ser recta y, a veces, ondulada. Tiene un grano grueso y una densidad de, aproximadamente, 690 kg/m³, es decir, es una madera semipesada.
Además, hay que destacar que la madera de teca es semidura (un valor de 4,2 en el test de Monnin) y que tiene una alta durabilidad. Esto se debe a que es muy resistente a la humedad, así como a los ataques de hongos e insectos.
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