Historia de la ebanistería: ¿qué es y en qué se diferencia de la carpintería?
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Los ascensores, como bien sabrás, son los sistemas de transporte vertical que son diseñados y creados para mover a personas, animales y objetos entre los diversos niveles que hay en una edificación o en una estructura.
Son sistemas complejos, donde están involucradas partes electrónicas, eléctricas y mecánicas, que han de funcionar correcta y conjuntamente para su uso.
El perfeccionamiento de los ascensores, tal y como hoy los conocemos, data de 1854 y lo podemos ubicar en Nueva York, concretamente en el Palacio de Cristal. Al llevar tantos años presentes, estos sistemas han ido evolucionando.
Es por ello que, actualmente, encontramos diferentes tipos de ascensores: según su accionamiento y según el modelo. En el artículo de hoy, te lo contamos. ¡Sigue leyendo para no perdértelo!
Dentro de los ascensores encontramos los eléctricos y los hidráulicos, y su diferencia reside en la forma que tienen de accionarse.
Como bien indica su nombre, los ascensores eléctricos son aquellos que funcionan gracias a un motor eléctrico. Pero, ¿cómo lo hacen exactamente?
Es muy sencillo. Tan solo tienen una polea a través de la cual pasan cables de acero y, por un lado, cuelga el sobrepeso, mientras que por el otro, cuelga la cabina.
Podríamos decir que tiene una ventaja y una desventaja frente a los ascensores hidráulicos: los eléctricos son más veloces pero, desgraciadamente, consumen más.
Así que lo ideal es que se instalen en edificios con mucha altura y uso constante.
Los ascensores hidráulicos, como se puede intuir, son los que funcionan por medio de una bomba hidráulica. Esta bomba está sumergida y aplicada a un motor eléctrico.
El mecanismo es algo más complejo que en el caso anterior, y es que, desde el depósito de aceite hasta el pistón, se inyecta aceite a presión por medio de unas válvulas. El pistón mencionado lo forma un cilindro que une, a la vez que sujeta y empuja, la cabina.
Pero el funcionamiento se genera, sobre todo, por el movimiento que se crea a través de la bomba situada en el motor eléctrico.
Lo más habitual es encontrarlos en edificaciones antiguas donde no había ascensor en un principio y no existe la posibilidad de cambiar la estructura.
Pese a ser algo más lentos que los ascensores eléctricos, tienen la ventaja de consumir tan solo cuando suben, dejándose “caer” en la bajada gracias a la gravedad.
Los ascensores convencionales son los que encontramos en la mayoría de edificios. Además, son aquellos que tienen un cuarto de máquinas y un foso.
Los ascensores de foso reducido son los elegidos cuando no se pueden instalar los ascensores convencionales. Tiene las mismas características que los sistemas tradicionales o convencionales, pero no requieren tanta obra civil.
Lo único que necesita es un espacio reducido donde instalar las piezas fundamentales por las cuales va a funcionar.
Este tipo de ascensores se instalan en viviendas de varias plantas donde no se busca la velocidad ni que sean usados por muchos usuarios. Además de viviendas unifamiliares, podemos encontrar estos ascensores en espacios de uso puntual.
Si te estás planteando instalar un ascensor, ya sea en el edificio en que resides o en tu vivienda unifamiliar, debes conocer cómo elegir el ascensor que más se adapte a ti, a tus necesidades y al espacio disponible.
Los factores más relevantes a tener en cuenta cuando una persona busca un ascensor, son los siguientes:
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