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Cada vez más personas descubren los beneficios del pilates como parte de un enfoque terapéutico en fisioterapia. Y no es casualidad: este método de ejercicio controlado, centrado en la respiración y la conciencia corporal, encaja perfectamente con los objetivos de la rehabilitación y el mantenimiento de la salud física.
Aunque el pilates se popularizó como una disciplina de entrenamiento físico, su aplicación en el ámbito clínico ha demostrado grandes resultados para mejorar la movilidad, reducir el dolor y prevenir lesiones.
Si alguna vez te has planteado practicar pilates con una finalidad terapéutica, este artículo te ayudará a entender por qué se ha convertido en una herramienta tan eficaz dentro de la fisioterapia.
El pilates es un sistema de ejercicios creado por Joseph Pilates a principios del siglo XX. Se basa en seis principios clave: control, concentración, precisión, respiración, fluidez y centro (o core). El objetivo es lograr un movimiento eficiente, equilibrado y consciente.
Existen dos formas principales de practicarlo: en suelo (mat pilates) o con máquinas (reformer, cadillac, silla…). Ambas pueden adaptarse al nivel y condición física de cada persona.
En el contexto de la fisioterapia, el pilates se adapta y personaliza en función del estado del paciente, convirtiéndose en un complemento ideal para la recuperación funcional.
No se trata de hacer ejercicio por hacer, sino de trabajar con el cuerpo de forma consciente y segura. Estos son algunos de los beneficios más destacados del pilates en el entorno clínico:
Uno de los pilares del pilates es la conciencia postural. A través de los ejercicios, se corrigen desequilibrios musculares, se fortalece la musculatura profunda del abdomen y la espalda, y se educa al cuerpo para mantener una posición adecuada tanto en reposo como en movimiento.
Esto es especialmente útil en personas con dolores de espalda, escoliosis o problemas cervicales.
El “centro” o core incluye la musculatura abdominal, lumbar, diafragmática y del suelo pélvico. Al fortalecer esta zona, se mejora la estabilidad del cuerpo, se protege la columna y se previenen lesiones.
Un core fuerte no solo mejora la postura, también influye en el equilibrio, la coordinación y la eficiencia de otros movimientos cotidianos.
El pilates ayuda a estirar y alargar la musculatura de forma controlada y progresiva. A diferencia de otros métodos más bruscos, los estiramientos en pilates respetan los límites del cuerpo y se adaptan a cada persona.
Esto es clave para personas con rigidez, artrosis o problemas musculares crónicos.
La respiración es parte esencial del pilates. Aprender a respirar de forma profunda, coordinada y consciente mejora la oxigenación del cuerpo, reduce el estrés y favorece el control del movimiento.
En fisioterapia respiratoria o en personas con ansiedad, aprender a respirar correctamente tiene un impacto directo en el bienestar general.
El pilates terapéutico se adapta perfectamente a la fase de recuperación tras una lesión muscular, articular o tras una intervención quirúrgica. Al tratarse de un trabajo suave pero profundo, permite activar la musculatura sin sobrecargarla.
También es una herramienta muy útil en lesiones recurrentes o cuando se necesita reeducar el cuerpo para moverse de forma más eficiente.
Muchos ejercicios de pilates implican control corporal en movimiento. Esto hace que el sistema nervioso trabaje en conjunto con el sistema muscular para mejorar el equilibrio, la estabilidad y la coordinación motora.
Es especialmente útil en personas mayores, deportistas o en pacientes neurológicos.
El pilates no es solo físico. Su enfoque en la respiración, la concentración y el control mental lo convierte en una práctica muy beneficiosa para la salud emocional. Ayuda a desconectar del ritmo diario, a reducir la ansiedad y a reconectar con el cuerpo.
Este beneficio emocional es especialmente importante en procesos de recuperación largos o en pacientes con dolor crónico.
El pilates aplicado en fisioterapia puede ser beneficioso en una gran variedad de casos, como:
Lo más importante es que sea guiado por un fisioterapeuta especializado, que pueda adaptar cada ejercicio al estado y objetivos del paciente.
Ambas opciones son válidas, pero tienen diferencias. Las sesiones individuales permiten una atención totalmente personalizada y son ideales al inicio del tratamiento o en casos más complejos.
Las clases en grupo son motivadoras y más económicas, pero deben tener pocos alumnos y estar supervisadas por un profesional para asegurar una correcta ejecución.
Muchos centros de fisioterapia ofrecen ambas opciones, y se puede combinar una con otra según el momento del proceso terapéutico.
El pilates, cuando se aplica con criterio clínico, se convierte en una herramienta terapéutica de primer nivel. No es solo una forma de moverse: es una manera de entender el cuerpo, corregir lo que no funciona bien y potenciar lo que sí.
Por eso, si estás buscando una forma segura y efectiva de mejorar tu condición física, aliviar dolores o prevenir lesiones, el pilates dentro del ámbito de la fisioterapia puede ser justo lo que necesitas.
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