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Durante años, ir a la peluquería ocasionalmente estaba a la orden del día. Era, prácticamente, un ritual. Pero el paso del tiempo, la globalización y el desarrollo de las tecnologías, nos dan la posibilidad de hacer lo que haríamos en una peluquería desde la comodidad de nuestro hogar, a nosotros mismos.
Y es que cada vez hay más conocimientos sobre el tema al alcance de todos. Si quieres teñir tu pelo, decolorarlo, hacerte un peinado fuera de tu zona de confort… Con tan solo un clic tendrás información para dar y tomar acerca de los pasos que tienes que seguir.
Pero no hay que olvidarse de todos los beneficios que aporta ir a la peluquería. ¿No sabes cuáles son? ¡Sigue leyendo para descubrirlos! A continuación, te los contamos.
A veces se nos olvida que todo lo que hacemos en nuestro día a día tiene una historia detrás. Y no es menos el caso de la peluquería. Aunque por obras de arte, películas y series que simulan épocas pasadas, podemos ver cómo el pelo tenía mucha relevancia, quizás hasta más que hoy en día.
Podemos encontrar la importancia del peinado en la Antigua Grecia (desde el 1200 a.C. hasta el 146 a.C.), la Antigua Roma (desde el 753 a.C. hasta el 476 d.C.) y la Época Moderna (desde 1492 hasta 1789). Pero, sobre todo, en el Antiguo Imperio Asirio (desde 1814 a.C. hasta 1781 a.C.).
Podemos ver cómo los asirios buscaban bucles y rizos, que caían por la espalda. Aunque también hacían peinados con forma de pirámide. Tanto el pelo como la barba se perfumaban, y tenían una considerable colección de peines de numerosas formas y formatos, así como espejos, navajas y cepillos para hacer mejor las tareas de peluquería.
En Grecia, se llevaba el pelo largo y rizado, brillante y perfumado, sobre todo si era rubio o dorado. Utilizaban jabones y lejías, y usaban polen amarillo, harina y polvo de oro como tinte temporal.
Los romanos preferían los cabellos oscuros y sueltos. Además, fue entonces cuando el tocado se empezó a considerar parte del peinado.
Y, por último, en la época moderna era tendencia el pelo largo recogido, además del pelo corto con ondas lisas. Más adelante, la moda eran las melenas lisas con volumen. Y, en este periodo, se inventó la permanente.
A menudo, la acción de ir a la peluquería se considera algo superficial, puramente estético. Pero va mucho más allá. Ir a la peluquería es un placer muy beneficioso en nuestra vida diaria.
Y es que acudir a estos establecimientos se traduce en un momento para nosotros mismos, de dedicación personal. Si has oído hablar del self care (el autocuidado de toda la vida), quizás sepas que la peluquería es otra forma de ponerlo en práctica.
Además, es un punto de encuentro, donde nos relacionamos con los profesionales o con otros clientes. Si acudes a tu peluquería de confianza asiduamente, los profesionales te conocerán. Esto puede traducirse en amistad y cercanía, donde estos saben qué quieres, cuál es tu color o peinado característico…
En definitiva, pocas cosas hay más gratificantes que ser un cliente regular en un establecimiento: que al entrar te saluden por tu nombre, te pregunten por tu familia y un largo etcétera de detalles significativos.
Pero hay más beneficios, ¡te los contamos!
Las peluquerías son espacios de aprendizaje, donde los profesionales te pueden indicar sobre qué cuidado es el mejor, tanto para tu cabello como para tus cejas. También nos pueden informar sobre técnicas de depilación o de coloración.
Además, pueden indicarnos cuáles son los mejores productos basándose en tu pelo, de forma personalizada. De esta manera, tu cabello estará más sano y bonito, y los resultados de lo que te hayas hecho en la peluquería durarán más.
Es habitual pensar que el tiempo para nosotros mismos es sinónimo de egoísmo, pero nada más lejos de la realidad. Es un acto de amor propio que se convierte en bienestar. Seamos sinceros, ir a la peluquería nos renueva las pilas y salimos con más energía que con la que entramos.
En primer lugar, ir a la peluquería te garantiza que tu cabello va a estar cuidado y tratado con los productos y técnicas de mejor calidad. Algo que no puedes asegurar si lo haces en tu casa con tus propias manos.
Pero no solo esto sino que, además, los peluqueros están para asesorarte. Qué color te quedaría mejor, qué corte va a favorecer tus facciones, qué peinado es el adecuado para cada ocasión…
Cuando nos creemos peluqueros en nuestra casa, no tenemos en cuenta el caos que puede suponer. Que si un cuenco lleno de tinte que habrá que tirar por aquí, que si la camiseta que hemos utilizado está llena de decolorante, que si el suelo con manchas que posiblemente no vayan a desaparecer…
Por no hablar de las consecuencias que tiene en nosotros, que encontraremos tinte en sitios donde no sabríamos que podría haber tinte y nos pasaremos días y días frotando con la esponja para que se vaya.
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