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La depresión es un trastorno emocional que se caracteriza por un bajo estado de ánimo, tristeza, alteraciones en el comportamiento, pensamiento y grado de actividad. Es una de las patologías más tratadas, la primera causa de atención psiquiátrica y la primera causa de discapacidad por problemas mentales.
Si bien es cierto que la depresión se da más en mujeres y en personas con menos de 45 años, puede darse en cualquiera. Y es que las causas son muy variadas: enfermedades, factores biológicos, psicosociales y de personalidad.
Las enfermedades que pueden causar depresión son las enfermedades orgánicas, como la tuberculosis. Los factores biológicos pueden ser cambios hormonales, componentes genéticos… Con factores psicosociales nos referimos a circunstancias de la vida social, afectiva, laboral, etc. Y, por último, en los factores de la personalidad podemos incluir los mecanismos de defensa psicológicos.
En este artículo, ponemos el foco en los factores psicosociales, concretamente en los aspectos sociales y afectivos. Y es que, muchas veces, la falta de estos lleva a la soledad, que se puede traducir o no en depresión.
¿Quieres descubrir en qué consiste la depresión por soledad? Si quieres conocer los síntomas, tratamientos…, sigue leyendo para no perdértelo. A continuación, te lo contamos.
Dentro de la depresión, encontramos una clasificación donde diferenciamos la depresión mayor, la depresión reactiva y la distimia.
La depresión mayor es un trastorno del estado de ánimo donde los sentimientos son tristeza, pérdida, ira, frustración… Estos interfieren con el día a día de la persona y se prolongan durante un largo periodo de tiempo. Es tal la depresión que altera el funcionamiento del cuerpo.
La depresión reactiva, por otro lado, es la reacción a un evento negativo en la vida de las personas. También se le conoce como trastorno adaptativo con estado de ánimo deprimido, y no tiene por qué darse inmediatamente después del acontecimiento negativo.
La distimia comparte síntomas y tratamientos, en muchas ocasiones, con la depresión mayor o severa, pero no comparten diagnóstico. Y es que la distimia es un trastorno depresivo formado por largos periodos de intensa tristeza, aunque no tanto como en la depresión mayor.
La depresión es muchas cosas pero, sobre todo, compleja. Así que a veces es fácil reconocer cuál es la causa, otras no tanto. Quizás si tenemos antecedentes familiares de depresión, o ha ocurrido un acontecimiento negativo en nuestra vida recientemente, sabemos el motivo de la depresión. Pero no suele ser tan sencillo, puesto que hay un sinfín de factores que pueden estar afectando a nuestra salud mental.
De todas maneras, algo muy común es la depresión por soledad, algo que afecta a muchas personas. La depresión por soledad no se recoge tradicionalmente entre los tipos de depresión comentados previamente, que son la depresión mayor, reactiva y distimia. Sino que se trata de un caso de depresión motivado por el aislamiento social.
La depresión por la falta de interacción social se ve favorecida por el sedentarismo, lo que lleva a malos hábitos. Es decir, la depresión por soledad se vuelve un bucle del que es muy difícil salir, ya que las causas motivan el aumento de las consecuencias, y viceversa.
Y es que los procesos inflamatorios del organismo, dados por el sedentarismo y malos hábitos, alteran el equilibrio químico del cerebro, lo que debilita los mecanismos psicológicos. Es así como se pierde el interés por las actividades que antes daban sensación de placer.
La razón por la que la depresión por soledad se mantiene en el tiempo es porque la mayoría de aspectos del día a día refuerzan el trastorno, como la falta de estímulos físicos, la falta de energía, la ausencia de interacción social… En definitiva, la persona afectada cree que no tiene escape y continua con los malos hábitos que le llevan a ese estado.
Los síntomas de la depresión por soledad son como los otros casos de depresión. La diferencia es lo que la motiva. Los más comunes son:
A menudo, las personas con depresión, o trastornos mentales en general, piensan que llegará el momento en el que estén bien y puedan hacer cosas. Pero lo cierto es que hacer cosas es un primer paso muy importante para estar mejor. Eso sí, al ritmo que se pueda, sin meterse prisa y siempre desde el autocuidado y no desde la exigencia.
Es fundamental que entendamos la soledad de otra forma a como lo estábamos haciendo. Hay que comprender qué es lo que ocurre y cómo nos puede afectar, de forma realista. Así que, en primer lugar, debemos cambiar los pensamientos negativos para afrontar las situaciones.
Es decir, la soledad no es mala. Lo que es malo son los pensamientos y los sentimientos que despierta la soledad en ti. Puedes comenzar por cambiar eso, ver la soledad como una oportunidad y no una amenaza.
La soledad tiene muchas cosas buenas, aunque a primera vista no se aprecian: te da tiempo para ti, para encontrar talentos, desarrollar habilidades, descubrirte…
Es importante que, cuando la depresión por soledad está presente, no nos encerremos en nosotros mismos, ya que es perjudicial. Haz nuevas amistades, ignora el miedo al rechazo, gana confianza para conocer a gente.
Si actualmente tienes mucho tiempo para ti, haz planes contigo mismo. Lee, sal a tomar algo, da paseos, descubre algún deporte que te gusta…
Es fundamental que aprendas a disfrutar de tu propia compañía, ya que te vas a acompañar toda la vida. Date tu espacio, cuídate, escúchate, ve a tu ritmo, etc.
Por mucho que hayamos hecho todos los pasos previos satisfactoriamente, no tiene por qué ser suficiente, y es que una depresión es algo duro de lo que es complicado salir. Por lo que no tienes que tener ningún reparo en pedir ayuda profesional.
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