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Si hay dos conceptos que están muy de moda actualmente son los siguientes: el mindfulness y la meditación. Pero a menudo, se confunden o no se conoce exactamente a qué hacen referencia.
Para empezar, hay que dejar claro que no son lo mismo. Tienen diferencias clave en su origen, finalidad y práctica, así que si quieres poner en práctica uno de los dos, o los dos, has de conocer en qué consisten.
Es por ello que, a continuación, te contamos todo lo que tienes que saber sobre el mindfulness y la meditación. ¡Sigue leyendo para no perdértelo!
Estos dos términos se confunden habitualmente porque se suele pensar que son lo mismo, pero esto no es cierto. Aunque más adelante hablaremos de cada uno de forma individual, en primer lugar vamos a poner el foco en qué se diferencian.
La principal divergencia que encontramos es que si mindfulness es el “todo” (por la atención consciente plena que busca su práctica), la meditación es la “nada” (por la claridad mental que se consigue al meditar).
El mindfulness, como hemos dicho, busca la atención plena del momento actual en que se vive, y hacerlo con interés, aceptación y especial curiosidad. Si bien es cierto que esta práctica tiene muchísima historia detrás, no es desde hace 30 años que se ha implantado en la Medicina y Psicología de Occidente.
Se utiliza, de forma resumida, para mejorar el bienestar y la salud de las personas. Reduce el estrés y aumenta la conciencia de uno mismo, mientras reduce el malestar físico que puede generar la angustia del día a día.
El mindfulness, además, no es algo momentáneo, sino que va más allá. Se trata de una práctica por la que reeducar nuestra forma de relacionarnos con el mundo y el entorno: qué ocurre en el “aquí y ahora”.
De forma consciente, permite trabajar con el estrés, dolor o desafíos diversos que nos plantea la vida. Y es que, por mucho que no nos demos cuenta, una vida con otra manera de pensar (es decir, una vida sin ser consciente del momento presente), es una vida llena de preocupaciones, tanto por lo que ha ocurrido como por lo que puede llegar a suceder, de olvido y aislamiento…
Una vida sin mindfulness se vuelve una vida mecánica, automática y sin una adaptación adecuada a lo que nos rodea. Esto crea un desequilibrio interno que solo podremos recuperar a través de esta práctica u otras similares.
Una diferencia abismal que encontramos en el mindfulness y la meditación es la forma que tienen de practicarse. En el caso del mindfulness, destacar que se puede practicar en cualquier momento y lugar (de ahí que busque conseguir consciencia plena en el “aquí y ahora”). Además, no importa si estás acompañado o no. Los pasos que puedes seguir para ponerlo en práctica son los siguientes:
La meditación es una práctica por la cual se obtiene claridad mental, aunque puede tener otros objetivos, como desarrollar valores positivos en nuestra persona (la compasión, el perdón…).
Al igual que el mindfulness, la meditación es una práctica ancestral con muchísima historia que se ha vuelto parte de nuestro mundo hace relativamente poco. Al igual que la anterior práctica, esta busca mejorar el bienestar de las personas.
Es en la última década donde encontramos el auge de la meditación, y si se ha generalizado es gracias a la democratización de los recursos en este ámbito: cada vez surgen más herramientas para ponerla en práctica, incluso gratuitas. Es, básicamente, un fenómeno global.
Pero, ¿qué hace exactamente la meditación? Decíamos que busca mejorar el bienestar y la salud, pero no hemos comentado que la manera que tiene de hacerlo es a través de una reducción considerable del estrés. Además, tiene la capacidad de alterar las emociones que sentimos.
A la hora de practicar la meditación, hay varios métodos. Puedes hacer yoga o, simplemente, centrarte en tu respiración mientras liberas tu mente.
Los pasos son muy similares a los de la práctica del mindfulness (escoge un lugar tranquilo, siéntate con una postura correcta, centra tu atención en la respiración). Pero, tras la respiración, cambia.
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