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La odontología mínimamente invasiva se ha vuelto muy popular en los últimos años. Es una técnica muy recomendable para todos, pero especialmente para aquellos que creen que es mejor prevenir que curar.
Tal y como su nombre lo indica, la odontología mínimamente invasiva se ocupa de técnicas que preservan la estructura natural del diente, enfocándose principalmente en la prevención y en la preservación.
En este sentido, el objetivo es garantizar al paciente la conversación natural de sus dientes durante el mayor tiempo posible.
A continuación, te contamos los beneficios que incluye esta práctica:
Un dentista mínimamente invasivo a menudo recomendará a sus pacientes que se tomen muy en serio la higiene bucal para mantener los dientes protegidos y prevenir problemas dentales en el futuro.
Asimismo, es recomendable tener una dieta basada principalmente en alimentos integrales y vegetales, evitando la mayoría de los alimentos procesados.
No obstante, cualquier probiótico de alta calidad puede ayudar en el desarrollo de una microflora más saludable en la cavidad bucal y el cuerpo.
Antiguamente, los dentistas aprendieron a perforar las caries dentales aplicando una práctica obsoleta en la que perforaban surcos no deteriorados con el riesgo de futuras cavidades. En esos tiempos, había menos preocupación por dañar la estructura dental. En cambio, actualmente, los dentistas están más preocupados por preservar la estructura dental original.
No obstante, es cierto que la perforación todavía se realiza en odontología mínimamente invasiva, pero ahora se hace con mayor cuidado. Pues, el dentista puede eliminar solo la parte cariada del diente, dejando la mayor parte de la estructura en buen estado.
Asimismo, utilizan exclusivamente empastes directos de resina (blancos) en lugar de empastes de amalgama, que contienen mercurio y necesitan una preparación dental significativa para su aplicación.
Los dentistas mínimamente invasivos tienden a optar por las opciones de tratamiento menos intrusivas, concentrándose en prevenir problemas de salud bucal en lugar de tratarlos después de que los síntomas hayan empeorado.
Por ejemplo, el dentista solo puede utilizar la terapia de conducto después de agotar otras alternativas, prefiriendo emplear tratamientos menos invasivos siempre que sea posible.
Este es un beneficio fundamental para las personas que tienen fobia dental o prefieren evitar ir al dentista antes que someterse a una operación intrusiva. Además, cuando se emplean procedimientos menos intrusivos, los tiempos de recuperación suelen ser más cortos.
Otro beneficio de la odontología mínimamente invasiva es que es óptima para pacientes con ansiedad dental. El miedo al dolor, los ruidos de perforación y la incomodidad durante los procedimientos dentales pueden impedir que niños y adultos busquen atención dental.
Las técnicas utilizadas por los dentistas en esta especialización consiguen que la operación sea más rápida y sencilla, y en ocasiones elimina la necesidad de agujas anestésicas o inyecciones para quienes tienen miedo a las agujas.
En definitiva, la odontología mínimamente invasiva no solo busca tratar los problemas dentales comunes, sino que también, se enfoca principalmente en prevenir y reducir los riesgos de estos problemas.
De modo que usan materiales de alta calidad y duraderos, comparten consejos básicos sobre cómo cuidar su salud bucal, recordando la importancia de las visitas regulares al dentista para hallar el problema mientras aún está en sus primeras etapas.
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