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La manicura, como ya sabrás, es un tratamiento cosmético para uñas y manos que se puede realizar tanto en casa como en un salón de belleza.
Dentro de la manicura hay varios tipos. En primer lugar, se hace una diferencia en función de la duración del esmaltado:
En segundo lugar, se distinguen las manicuras en función del tipo de esmalte:
Y, en tercer lugar, los tipos de manicura según los cuidados:
En este artículo vamos a hablar concretamente de la manicura tradicional. Y es que, entre tanta variedad y evolución en el sector, a veces se nos olvida qué es lo de siempre. A continuación, te contamos qué es la manicura tradicional y todo lo que tienes que saber.
La manicura básica o tradicional es la base de las manicuras, es la de toda la vida. Sigue el mismo procedimiento que todos los demás tratamientos, y utiliza unas técnicas u otras en función de lo que se quiere conseguir. Su resultado dura unos días.
La manicura tradicional es muy utilizada cuando comenzamos a cuidarnos las uñas. Y está formada por los siguientes pasos:
Tendrás que lavarte bien las manos, así como retirar los restos del esmalte antiguo. Es tan sencillo como utilizar un algodón con quitaesmaltes y presionarlo durante 15 segundos.
Lo ideal es que lo retires con movimientos que vayan hacia arriba o hacia abajo, pero nunca hacia los lados. De lo contrario, se te ensuciarán los dedos del color del pintauñas.
En este paso, hay que limar con suavidad las uñas. Hazlo cuando estén secas, porque si están mojadas, estarán blandas y porosas, y las limarás más de la cuenta.
La forma de limar uñas es en una sola dirección, hacia el centro. Así te aseguras que no las vas a dañar.
Si bien es cierto que la forma de las uñas se elige por gustos personales, hay que tener en cuenta el estilo de vida que llevamos: si utilizamos las manos en nuestro trabajo de forma minuciosa, quizás unas uñas largas y en punta no son recomendables. Además, estas serán menos resistentes y más difíciles de cuidar.
Sumerge los dedos en agua tibia con jabón durante unos minutos. Sécalas con cuidado y aplica una crema específica para uñas, o aceite, en la zona de la cutícula. Así, las hidratarás.
También puedes cortar la piel muerta (los famosos “padrastros”) con unos alicates de manicura, con mucho cuidado para evitar heridas.
No tienes que cortarlas, porque si lo haces puede infectarse. Y es que estas tienen como función proteger el borde de la piel. Así que tienes que retirar las cutículas con suavidad, con una espátula de manicura, por ejemplo, y empújalas hasta el borde.
Es decir, esmáltalas, decóralas… Como más te guste. Tienes que empezar a hacerlo cuando estén completamente secas, y comienza por una pincelada en el centro. A continuación, sigue por los lados sin manchar los bordes. Tendrás que extender la segunda capa cuando la primera se haya secado.
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