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EMDR son las siglas de Eye Movement Desensibilization and Reprocessing, que significa Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares, este método terapéutico fue descubierto en 1.987 por la psicóloga norteamericana Francine Shapiro.
Se basa en la comprensión del efecto de las experiencias vitales adversas y traumáticas sobre la patología y en el procesamiento de estas memorias a través de procedimientos estructurados que incluyen movimientos oculares u otras formas de estimulación bilateral (táctil, visual o auditiva). Su aplicación se ha extendido a un amplio rango de problemas clínicos (TEPT, depresión, ansiedad, TOC, baja autoestima, fobia social, etc.)
Los recuerdos no procesados son el objetivo de la terapia EMDR, para que puedan ser digeridos, conectándolos con otros recuerdos, reorganizándolos y almacenándolos de forma adaptativa, lo que es útil se aprende y lo que no, se descarta, dejando de traer síntomas al presente.
Todos tenemos en nuestro cerebro un Sistema de Procesamiento Adaptativo de la Información (en adelante, lo llamaremos PAI), su objetivo es coger cualquier tipo de confusión emocional y llevarla a un estado adaptativo, para ello, se quedará con la información útil que sirve para nuestra supervivencia y dejará a un lado el resto, dando lugar al aprendizaje.
Esto lo hace nuestro cerebro todo el tiempo, pero gran parte ocurre cuando dormimos, en la fase REM (Rapid Eye Movements) del sueño, es en ella donde se dan los movimientos oculares rápidos de forma automática, así nuestro PAI procesa la información.
Por desgracia, no siempre sucede así, a veces la carga emocional es tan grande, que impide al PAI hacer las conexiones cerebrales internas necesarias, no consigue procesar la información y en lugar de poder tener lugar el aprendizaje, el recuerdo de la situación se guarda en el cerebro tal y como lo experimentaste, lo que viste, sentiste, la imagen, las emociones, las sensaciones físicas y los pensamientos se codifican en la memoria en su forma original, sin procesar.
En el presente, un contacto similar al evento pasado sin procesar, puede conectarse con la red de memoria y “disparar” las emociones y sensaciones físicas de años atrás que forman parte de ese recuerdo.
Todas las experiencias que tenemos en el presente, así como la forma de interpretarlas se conectan a nuestras redes de memoria para poder darles sentido, convirtiéndose en la base de cómo nos sentimos, pensamos y actuamos en cada momento.
Lee la siguiente frase y simplemente nota lo que te viene a la mente:
“Ojos que no ven…”
¿Has podido completar la frase? ¿Cómo lo has hecho?
Nuestras respuestas mentales están basadas en reacciones físicas. Como el resto del cuerpo, a veces nuestra mente responde de forma automática, como cuando alguien nos echa agua en los ojos, queramos o no, tenemos el reflejo de cerrarlos.
¿Cuándo fue la última vez que escuchaste el refrán anterior? Seguramente haga bastante tiempo, de hecho, probablemente lo aprendiste en la infancia. Las respuestas automáticas son geniales, pero no siempre son útiles…
Vuelve a pensar en la frase anterior, “Ojos que no ven…”, tu mente no hizo una evaluación del significado, simplemente respondió: “… corazón que no siente”, como si eso fuese cierto, pero no siempre la distancia o alejarse del dolor ayuda, no siempre no ver algo implica no sufrir por ello, de hecho, sabemos que no enfrentarnos a ciertas cosas que nos pasan y no hablar de ellas, puede hacer que no logremos digerirlo y en consecuencia, nos deje síntomas (somatización, evitación, rabia, tristeza…).
Este tipo de frases pueden no generar ningún tipo de perturbación, pero son los mismos procesos cerebrales los que intervienen en las respuestas automáticas de nuestra mente. Algunas experiencias tempranas pueden seguir afectando en el presente, activadas como respuestas automáticas, sin control consciente.
Por ejemplo, si casi me aplastan en un concierto, puede que cuando vaya a sitios en los que hay mucha gente, sienta miedo, pánico, sensaciones físicas de peligro… es una experiencia no procesada.
Si la experiencia no es traumática, podrá ser digerida, procesada, y se almacenará de forma adaptativa en el cerebro, sacando un aprendizaje de ella.
La palabra trauma deriva del griego y significa “herida”. El trauma es una herida psicológica.
Los recuerdos no procesados son experiencias negativas, traumáticas (humillaciones infantiles, fracasos, rechazos, discusiones, rupturas, muertes, enfermedades, accidentes, abusos, maltrato físico y/o emocional, guerras, desastres naturales…).
Al ser emocionalmente muy estresantes, pueden colapsar el sistema y hacer que el procesamiento de la información se altere, no pudiendo el cerebro digerir el recuerdo y llevarlo a un estado de resolución por sí solo, quedando almacenado en el cerebro de forma física, en el sistema nervioso con las imágenes, emociones, pensamientos, sensaciones físicas y perturbación que se experimentaron cuando sucedieron.
Siguiendo con el ejemplo anterior, puede que en un centro comercial o en el metro, mi cerebro conecte con la experiencia del concierto (conscientemente o no), pensando que “puedo morir”, “no estoy a salvo”, de esta forma, el pasado sigue presente. No tenemos que haber sufrido un gran trauma para desarrollar síntomas que duren años.
Las reacciones que parecen irracionales frecuentemente son exactamente eso. Pero que sean irracionales no quiere decir que no haya una razón para ellas – Francine Shapiro
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