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Las relaciones de pareja suelen sustentarse en tres pilares fundamentales: el amor, la confianza y la fidelidad. A veces uno de esos cimientos se viene abajo y el vínculo se termina o sufre un desgaste importante. Continuar o no con la relación depende de las circunstancias y las personas, se trata de una situación puramente subjetiva.
En ocasiones, sin embargo, una de las partes somete a la otra propiciando un ambiente de tensión y pánico que puede derivar en determinados problemas; muchos de ellos psicológicos. Esta clase de comportamientos, del todo reprobables, producen sufrimiento también alrededor de la víctima, especialmente, y es lo que se conoce como relación tóxica.
Visto desde fuera, desde un prisma de imparcialidad, lo corriente es echarse las manos a la cabeza cuando uno descubre que esa relación tóxica es aceptada por quien más sufre. Es sencillo interpretar que nadie se merece atravesar por este tipo de situaciones, pero existen atenuantes o razones por las que se producen y consienten.
A nivel psicológico se pueden encontrar algunas de las respuestas a las causas de que este tipo de relación se mantenga. La más común tiene que ver con la confianza y/o la autoestima.
Las personas que no desarrollaron este tipo de habilidades, ya sea por cuestiones coyunturales o bien por el efecto provocado por terceros de alguna forma, encuentran ese ‘amor tóxico’ como el único posible y no son capaces de entender o aceptar que es posible gozar de una vida plena y feliz sin esa persona.
El miedo, sin lugar a dudas, es otra de las tristes causas que cimentan estos idilios. El maltrato físico y psicológico es una tortura de la que, a veces, no se puede escapar. Por eso, algunas instituciones ofrecen servicios de asesoramiento y protección para, con su ayuda, convencer y socorrer a quienes afrontan estas conductas indeseables.
La culpa, muchas veces en relación con la autoestima, propician que se aguanten comportamientos que no son, en ningún caso, merecedores. La víctima, sin embargo, se convence de que lo que le está ocurriendo es merecido y separarse de estos sentimientos es una cuestión que se puede volver muy peliaguda a nivel interno.
En este sentido, haber sufrido algún trauma durante su vida hace que estos sentimientos se adueñen de la capacidad de razonamiento e impidan dar un paso al frente para liberarse de esas cadenas invisibles que fomentan las relaciones tóxicas.
Determinar si estás dentro de una relación tóxica, o analizar si una relación es tóxica, no siempre es sencillo. Buscar algún indicio puede ponerte sobre la pista, para ello basta con atender al tipo de actitud que se manifiesta en diferentes niveles: control, celos o faltas de respeto. Ya en el apartado privado entrarían las actitudes del ámbito sexual, si bien estas son más difíciles de constatar desde fuera.
Podemos clasificar como relación tóxica aquella en la que se manifiestan actitudes de control tales como: chantaje emocional, supervisión de los movimientos diarios, registro de tus ingresos y gastos, enfado por compartir tiempo con familiares o amigos y hasta control de tu vida privada.
Si atendemos a los celos, señalar una relación como tóxica se puede descubrir si: la pareja no quiere que su par se relacione con personas de su mismo sexo, da igual que sean amigos, compañeros de trabajo o conocidos o somete a escrutinio por su forma de vestir o actuar.
Las faltas de respeto qué más se reflejan en una relación tóxica son: señalar como culpable de problemas ajenos, menospreciar los problemas de la otra parte, desvirtuar las capacidades y éxitos del otro, emplear un tono negativo a la hora de hablar o la necesidad de tener la razón en todas y cada una de las conversaciones/discusiones.
Este círculo vicioso precisa de un experto para tratar de resolverlo y terminar con la toxicidad en la relación. Las dos partes tienen que comprender qué están haciendo mal, la razón o razones de que eso ocurra y modificar sus conductas para desempeñar el papel que les toca. Un terapeuta puede ayudar a que ambos reconozcan sus problemas y los afronten de manera conjunta.
Para prevenirlo se hace necesario constatar que alguna de las actitudes arriba mencionadas se reproduce para cortar de raíz. En caso de que no sea posible acudir a un experto porque una de las partes no accede, pensar en acabar con la relación es la otra forma de prevenir que el progreso sea imparable y duradero.
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