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La operación bikini: el riesgo de trastornos alimentarios

Cristian Corban Actualizado: 3 de febrero de 2022 Publicado: 18 de septiembre de 2020

Después de meses de frío, abrigo y bufanda comienza a brillar el sol y surgen las ganas de salir a una terracita, preparar la sombrilla y pasear por la playa o tomar el sol. Ya desde principio de año, después de las grandes comilonas de Navidades, se escucha eso de la “operación biquini” Hoy, en el programa de radio Educación y Salud Emocional de Radio Abierta Sevilla, hemos podido dialogar un ratito a este respecto. La operación bikini, la operación Feria de Abril o la operación evento especial, es el claro ejemplo de cómo nos hemos dejado llevar por la presión social hacia convertir en un castigo algo que debería ser fuente de disfrute.

Riesgos de la operación bikini

Siempre que hacemos “operación bikini”, pensamos en restringir nuestra alimentación y privarnos de todo aquello que nos gusta con el único objetivo de adelgazar y alcanzar un número en la báscula o en la talla del outfit con el que nos queremos exponer en dicha X. Existe un mensaje subliminal de que sólo mediante este sacrificio adquirimos el derecho de disfrutar del evento para el que nos preparamos, que suele ser un evento lúdico y asociado al disfrute y el contacto con los demás. Muchas veces, todo este esfuerzo y esta restricción, lejos de responder a un criterio de salud, pone en peligro nuestro bienestar físico y mental. Por si todo esto fuera poco, una vez alcanzado el objetivo numérico (si es que lo alcanzamos), estamos legitimados para exceder todos los límites de la salud nueva mente y atiborrarnos de todo aquello de lo que nos hemos privado en los últimos meses.

¿Tiene algún sentido todo esto? Y, sin embargo, ¡qué difícil es no caer en la presión social!

Afortunadamente, la nutrición actual reconoce el fracaso y el sinsentido del concepto “dieta” en más de un 98% de los casos. Esto erradica la idea de que las “dietas milagro” van a llevarnos a algún buen puerto diferente al de la frustración y el reinicio de todo tipo de dietas con un resultado peor al del estado inicial. ¿Has experimentado esto alguna vez? En contraposición, cada vez más, se aboga por el establecimiento de hábitos saludables basados en una alimentación saludable a lo largo de todo el año en la que, sin privarnos de casi nada, nos nutrimos de casi todo. Este nuevo enfoque trata de rescatar el objetivo principal de la alimentación que es la nutrición. Conscientes de que el hambre no es sólo la física/real, lo mejor que podemos hacer por la sociedad y nuestras futuras generaciones es tratar de cargar de otros valores a los alimentos.

Los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA)

Una de las funciones esenciales que atribuimos sin darnos cuenta a la alimentación es la gestión emocional. Todos tenemos la imagen del momento “depresión” con el helado de chocolate y el paquete de pañuelos. Ni qué decir tiene que este mecanismo de gestión emocional, se servirnos, tiene los minutos contados. Mediante la alimentación activamos los sistemas cerebrales del placer, lo que nos distrae momentáneamente del malestar por el que recurrimos a este mecanismo. Sin embargo, este placer es demasiado limitado y, pronto, recuperaremos nuestra sensación de malestar no resuelta. Cuando esta situación se une a un objetivo numérico obsesivo ligado al estado de ánimo, no dudes en consultar con un profesional para descartar la existencia de un trastorno alimentario que, lamentándolo mucho, no se solucionará con un peso o talla preestablecido.

Es inevitable hablar de la Feria de Abril y, por ende, de cualquier evento en el que “tengo que entrar en el traje”. Una vez más, el marketing de la industria alimentaria cuyo objetivo es la creación de necesidades para el aumento de las ventas, ha conseguido que convirtamos un momento de placer en una fuente de autocastigo. En una sociedad “light”, “diet”, “eco”, “zero”… aceptarse tal y como somos y disfrutar a pesar de no cumplir los estándares surrealistas marcados por la sociedad parece una absoluta insensatez.

Por más que nos salgamos de la norma, os invito a que tratemos de concebir el cuerpo como lo que es: fuente de capacidad, poder y oportunidad. No podemos caer en la utopía de pensar que este cambio de enfoque no tendrá factura, pero os invito a que esa factura sea la del camino de la aceptación y el autocuidado permanente y no el del autocastigo puntual. Afortunadamente, cada vez somos más los profesionales que lanzamos mensajes de salud y que luchamos por la desestigmatización del establecimiento de hábitos verdaderamente saludables en nuestro día a día. Si una “dieta” es difícil de mantener, ni qué decir tiene un hábito. Pero este es el único camino para ejercer nuestro genuino derecho a disfrutar de la vida siendo quienes y como realmente somos.

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