Los sentimientos o síntomas depresivos en personas adolescentes y jóvenes pueden ocurrir por motivos muy diversos y siempre habrá que tener en cuenta varios factores para encontrar el origen, como son: el contexto social, familiar o laboral, las necesidades de la persona, las motivaciones de futuro, la seguridad personal o la autoestima, los valores personales y del entorno, expectativas de futuro, etc. Pero hay unos factores que están resaltando mucho en la sociedad actual, relacionados con el contexto educativo y familiar, y que muy comúnmente se están presentando como posibles desencadenantes para dificultades en el desarrollo de los adolescentes y jóvenes como iniciación de la vida adulta.
Estos factores van relacionados con el estilo de vida y educativo actual, lo que lleva a los padres y madres a realizar ciertas conductas que, si bien en el momento parecen adecuadas, incluso una muestra de cariño y cuidado, a largo plazo pueden dificultar el desarrollo del niño/a hacia la madurez.
Factores que aumentan la depresión en adolescentes y jóvenes
Algunos de estos comportamientos podrían ser los siguientes:
- Sobreprotección: Hoy en día es muy común dar poca educación en autonomía personal por diversas razones, como pueden ser, dificultad para invertir tiempo en los hijos/as por agotamiento laboral de los padres, o también por el efecto de “querer dar a los hijos/as todo lo que los padres no pudieron tener”. Estos padres y madres, aunque tengan una buena intención, están haciendo la mayoría de las cosas por sus hijos/as, impidiendo que ellos/as aprendan según van creciendo y esto desembocará en un sentimiento de inutilidad cuando no sepan desenvolverse solos/as en la vida adulta.
- Poco tiempo de ocio y aprendizaje entre padres e hijos: La vida acelerada y ocupada, además de la dificultad para seguir el ritmo activo de los niños/as hace que actualmente los padres y madres dediquen poco tiempo de ocio a los hijos/as y que en lugar de eso se pasen más horas delante de pantallas, y socialicen menos a nivel familiar o con otros niños/as, creando menos relación y confianza familiar, más sedentarismo y posibles adicciones a los aparatos electrónicos.
- Gratificación inmediata de los deseos del niño/a: Se trata de dar a los hijos/as todo lo que piden y de forma inmediata. Los motivos son además del poco tiempo que tienen los padres actualmente y el que las nuevas generaciones de padres y madres son más mayores que en generaciones anteriores y pueden tener menos energía para dedicarse a aguantar rabietas o dificultades en la educación, también a veces parece que se atiende mejor a un niño/a al conceder siempre sus deseos. Contrariamente a esto, se está creando una dificultad conocida como baja tolerancia a la frustración que en el niño/a creará ansiedad, rabietas e incluso explosiones de ira cuando no reciba una gratificación inmediata y en el/la joven creará un sufrimiento en la persona cuando descubra que al hacerse adulto/a y salir al mundo, no podrá conseguir todo lo que quiere de forma fácil y tendrá grandes dificultades.
- Poca atención a la educación emocional: No dar importancia a escuchar y hablar de emociones a los hijos/as. Además, es un error común considerar que unas emociones son buenas y otras malas, limitando expresar todas las emociones que se sienten.
- Exigencia de éxito en un aspecto de la vida sin tener otros en cuenta: Todas las personas tienen unos valores particulares y dan más importancia a unos aspectos de la vida que a otros, esto es algo que se educa mucho y se aprende en el seno de la familia, y aun siendo algo normal, no se debe mostrar a los hijos que son más válidos o menos por tener ciertas capacidades y no otras.
- Acuerdo entre las dos figuras parentales: Es muy importante evitar los conflictos ante los hijos, pues causan sensación de inseguridad y aprenden a imitar dichos comportamientos. Además, si los padres no se ponen de acuerdo en las normas o límites en casa pueden ocurrir manipulaciones o conflictos con los hijos/as e inestabilidad por no saber a qué atenerse.
Cómo prevenir la depresión en adolescentes y jóvenes
En contraposición, existen una serie de actitudes positivas que pueden facilitar el avance hacia la madurez de una forma sana y equilibrada:
- Autonomía: Se trata de enseñar al niño/a a hacer las cosas por sí mismo/a en cuanto tenga la habilidad para hacerlas, siempre con apoyo y supervisión paterna. Esto permitirá que vaya aprendiendo a ser autosuficiente y se irá preparando para ir madurando y realizar las tareas que le son posibles según su edad hasta alcanzar la edad adulta.
- Tiempo de ocio en familia: El dedicar un tiempo a realizar actividades familiares o juntarse con otras familias para el juego y el ocio a aire libre beneficia en crear mayor vínculo entre padres y madres e hijos/as, más sensación de seguridad, autoestima y autovaloración mientras se desarrollan como personas además de la actividad física que aporta salud y bienestar reduciendo posibles problemas de ansiedad.
- Poner límites claros, enseñar a demorar la gratificación y decir “NO”: Los niños/s deben tener normas en casa, aclarando lo que se puede o no hacer o cuándo se puede hacer, esto les da estructura y estabilidad. Además, es importante que aprendan que no siempre pueden tener lo que quieren, a veces tendrán que esperar y a veces aceptar que no se tiene todo lo que se desea, pues en la vida adulta vivirán negativas y decepciones y podrán estar preparados para aceptarlo y ser flexibles.
- Educación sobre la expresión de las emociones: Todas las emociones son importantes y se debe educar a los hijos/as a que aprendan a aceptarlas y expresarlas de forma sana sin afectar a otros, dando un tiempo para tranquilizarse y hablando de ello con naturalidad.
- Educación en valores, en la propia autovalía y autoestima: La autoestima sana implica reconocer aquello que hacemos bien y aceptar aquello que se nos da mal, pudiendo valorar nuestros logros y no sufrir por los fallos, por ello es importante educar a los hijos/as en este sentido, ni buscando la perfección ni valorando más unas capacidades que otras.
- Coordinación parental y negociación con los hijos/as según vayan creciendo: Los padres deben acordar las normas de la casa para actuar como frente unido con los hijos, y tratar cualquier desacuerdo apartados de los hijos/as, además según estos/as vayan creciendo es importante que las normas pasen a ser negociadas en lugar de impuestas, para que se reduzcan los conflictos en la adolescencia y la juventud y se pueda dar un espacio de confianza y diálogo en el que los hijos van desarrollando sus valores desde la confianza depositada por sus figuras paternas.
Conclusiones
Para concluir me gustaría resaltar que éste artículo va dirigido tanto a padres y madres como a hijos adolescentes y jóvenes que se sienten identificados por éstas situaciones de dificultad, desorientación y sensación de desamparo que pueden traer los síntomas depresivos, pues es útil saber de dónde viene una dificultad para entender el origen y poder comenzar a realizar un aprendizaje nuevo, nunca tratando de poner toda la responsabilidad sobre los padres, pues al crecer hay que ser consciente de cuáles de los aprendizajes de la infancia siguen siendo útiles y cuáles no, para poder mejorar nuestra actitud y estrategias de afrontamiento de las dificultades de la vida.