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Los niños, antes de abrirse, necesitan crear confianza para poder compartir sus historias. Y es que, con las mejores intenciones, los padres tratan de quitarse de encima las preocupaciones de sus hijos: “no te preocupes”, “esto es una tontería”… Como resultado, los niños se cierran y no comparten qué les ocurre.
No es tan simple, por supuesto. Siempre hay dos versiones de cada historia. Pero cabe destacar que, sin importar los problemas que asoman debajo de la superficie, los niños necesitan vivir en un ambiente emocionalmente seguro donde todos los sentimientos sean aceptados, validados y comprendidos.
Pero, ¿cómo puedes dar apoyo emocional a tu hijo? Si quieres descubrir qué dicen los expertos, ¡sigue leyendo para no perdértelo! A continuación, te lo contamos.
Estudios confirman que enseñar a los niños habilidades sociales y emocionales no solo mejora su salud emocional a largo plazo, sino que también tiene un impacto positivo en el aprendizaje.
Cuando los niños aprenden a decodificar las expresiones faciales y las señales no verbales y a trabajar con sus propios sentimientos, obtienen mejores resultados. Y, sin embargo, muchos niños se sienten rechazados por los adultos en sus vidas cuando intentan transmitir emociones.
No es un gran secreto que criar niños pequeños puede ser una especie de montaña rusa, y hay muchos padres que descartan los sentimientos por distintas razones. Un ejemplo es el de un niño que se cae y se raspa la rodilla con el suelo. El niño grita y llora de dolor, pero el padre responde que no hay sangre y, por tanto, que no duele. Mientras que, en este escenario, el padre quiere enseñar resiliencia, el niño se siente rechazado e invalidado. Como consecuencia, a la próxima le costará mostrar cómo se siente. Quería consuelo y empatía, pero no obtuvo el apoyo emocional que quería.
Hay algunas barreras emocionales comunes, que surgen cuando los padres intentan que sus hijos:
Estos intentos de “endurecer” a los niños para que puedan lidiar con lo que sea que les depare la vida tienen buena intención, sin duda, pero pueden tener consecuencias negativas. Cuando los niños buscan apoyo emocional y se encuentran con poca empatía, se cierran.
Con demasiada frecuencia, los padres interrumpen a los niños para decirles cómo se sienten o comentar cómo se debe sentir una determinada experiencia.
En lugar de decirle a la niña con la rodilla raspada que está bien, intenta escuchar y darle consuelo hasta que se calme. Las palabras no siempre son necesarias. La mayoría de las veces, la presencia física y escucha atenta son suficientes como apoyo emocional.
¿Cuántas veces has hecho callar a un niño o has intentado distraerlo si llora para poner fin a una “crisis”? Los niños pequeños a menudo son callados o reprendidos por expresar emociones, y los niños mayores a menudo son rechazados (como veíamos previamente, decir algo como “Esto no tiene importancia”).
Lo que a ti te parece pequeño, puede parecerle realmente grande a tu hijo. Cuando a los niños se les da la oportunidad de expresar y superar sus emociones, aprenden a regular y hacer frente a esos sentimientos, que al principio puede costar manejar.
No juzgues. Los niños no siempre entienden el sarcasmo, pero captan el tono de voz y saben cuándo están siendo criticados. Cuando los padres tienen esta actitud, los niños desarrollan creencias negativas. Lo que escuchan es que ellos son el problema, y esto se aleja del apoyo emocional que todo padre quiere dar a su hijo.
No juzgues a tus hijos ni les culpes por haber cometido un error. Enséñale empatía y trabajad juntos en el problema para seguir adelante.
Los padres tienden a ocultar sus propias emociones a sus hijos. Si bien los niños no necesitan involucrarse en los detalles de los problemas de los adultos, está bien que los vean tristes, enfadados o abrumados.
Cuando etiquetas y hablas sobre tus propias emociones, muestras a tu hijo que todos tenemos sentimientos a los que hacer frente, y que confías en ellos al igual que ellos pueden confiar en ti.
Y es que, la creación de un entorno familiar de apoyo emocional beneficia a toda la familia. Cuando las familias trabajan juntas para superar problemas y manejar sentimientos, construyen confianza y comprensión. Esto fortalece las relaciones y les muestra a los niños que tienen un lugar seguro para buscar ayuda, pase lo que pase.
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