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Ansiedad infantil: Causas, síntomas y tratamientos

Psicologia Leticia Gutierrez Actualizado: 2 de febrero de 2022 Publicado: 13 de enero de 2021

La ansiedad es un trastorno que se presenta en el ser humano como respuesta ante una situación límite. Como consecuencia aparecen diferentes sensaciones, más o menos leves, que van desde el miedo, la angustia, el aumento del ritmo cardíaco y hasta la sudoración.

Este mecanismo es inherente y no hay que evitarlo o rechazarlo, ya que muchas veces nos ayuda a enfrentarnos a la situación en cuestión para la que no estamos preparados. Normalmente se refleja a través de una de las siguientes conductas: enfrentamiento, huida o evitación.

Esto ocurre en individuos de cualquier edad y los síntomas son casi siempre los mismos o muy parecidos.  Entre los más pequeños de la casa, aunque parezca lo contrario, también se producen crisis de ansiedad o procesos asociados a este trastorno. Se estima que un porcentaje muy elevado de menores de edad consultan a un especialista al sufrir estos episodios, que pueden ser puntuales o recurrentes en el tiempo.

En el caso de los acontecimientos puntuales basta con asimilarlos y aprender de ellos, siempre y cuando las sensaciones mencionadas no traigan consecuencias. Sin embargo, en menores que padezcan estos capítulos de manera continuada puede que las secuelas sean tanto físicas como psicológicas y es entonces cuando será necesario recurrir a tratamiento.

Síntomas de la ansiedad infantil

Hay que diferenciar según la edad; es decir, si estamos en niños que todavía transitan la infancia, que llega hasta los 10-12 años, o niños que ya atraviesan la adolescencia, que tienen más de 12 años.

En el primer caso, especialmente en la primera parte de la infancia, hasta los 6-7 años, pueden aparecer llantos sin motivo aparente, trastornos del sueño (pesadillas), temores, inseguridad y miedo a separarse de sus progenitores y hasta dolores abdominales.

Entre los adolescentes los síntomas más típicos tienen que ver con la angustia, problemas de atención, concentración o memoria, dolores en la cavidad torácica y hasta sentimientos de desrealización o despersonalización.

Con todo, es importante separar los eventos propios de la edad, los temores que surgen en el desarrollo del niño como consecuencia del mismo, con los trastornos de ansiedad patológicos.

Causas de la ansiedad infantil

Si atendemos a las causas que provocan la ansiedad podemos determinar – siempre ha de hacerlo un profesional – qué tipo de trastorno de ansiedad se padece.

 Una de las más comunes es la fobia, que podemos apreciar en diferentes situaciones. Quizás la más sencilla y tradicional es la fobia escolar, que impide al niño acudir al colegio con normalidad debido a un miedo irracional. Puede ser por estar alejado de los padres, por enfrentarse a un entorno desconocido o hasta pánico hacia un maestro.

Luego están las fobias concretas, aquellas que aparecen como respuesta al miedo que supone un objeto o una situación concreta que trata de evitarse por todos los medios.

Dentro de las fobias, y para cerrar este apartado, tenemos las fobias sociales, relacionadas con el miedo que tiene el individuo a la hora de someterse al escrutinio de otros. A veces ocurre cuando uno se encuentra entre adultos, pero también se pueden dar estas situaciones con personas de la misma edad.

Tener miedo a separarse de los seres queridos, especialmente aquellos que más tiempo están presentes en nuestra vida, también puede ser un motivo de ansiedad. En dicho supuesto estamos ante un caso de trastorno de ansiedad por separación.

Tratamiento para la ansiedad infantil

Lo más importante cuando un niño sufre ansiedad es determinar la razón y actuar sobre ella lo más pronto posible. De esa forma se conseguirá, en primer lugar, reducir los niveles de estrés y aliviar al individuo para, a partir de ahí, comenzar con el tratamiento.

El procedimiento dependerá de la edad, el trastorno y la gravedad en la que se encuentre el paciente. En general se utilizarán técnicas psicoterapéuticas junto con un tratamiento con fármacos – siempre que sea necesario –.

A fin de que el paciente evolucione y su trastorno disminuya, tanto en frecuencia como en intensidad, se requerirá la ayuda de su entorno más cercano, con predominio del familiar, para ayudar a que el niño mejore y resuelva los problemas que provocan su trastorno.

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