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La OMS define el Abuso Sexual Infantil (A.S.I.) a toda acción en la cual se involucra a un menor en una actividad sexual que él o ella no comprende completamente, para la que no tiene capacidad de libre consentimiento o su desarrollo evolutivo (biológico, psicológico y social) no está preparado o, también, que viola las normas o preceptos sociales. El abusador está siempre en posición de superioridad física y/o psíquica respecto a la víctima.
Circunstancias como la falta de detección, el miedo a represalias, la falta de denuncias, el deseo de protección del entorno, etc. favorecen que la víctima permanezca en silencio y exista una subestimación de la prevalencia de casos. La mayoría de los casos, son conocidos pasados los años, salvo aquellos en los que la gravedad es excesiva y las autoridades tienen conocimiento en el momento de los hechos. En España se calcula que, en torno al 10-20% de la población, ha sufrido abuso sexual en su infancia antes de los 13 años.
Otra problemática asociada al estudio de prevalencias del A.S.I. es la falta de herramientas para establecer un sistema de análisis de credibilidad del testimonio avalado científicamente. Desde el punto de vista psicológico, ante una situación de abuso sexual, en el niño se pueden dar dos reacciones:
• Vivencia traumática inmediata de la experiencia. Si el niño vive de forma traumática la situación de abuso, es posible que muestre importantes desajustes en las funciones fisiológicas y en las áreas cognitiva, emocional, conductual y relacional.
• Vivencia no traumática inmediata de la experiencia. El niño puede no vivir de forma traumática la experiencia de abuso en el momento en que ocurre bien sea por una falta de capacidad cognitiva para dotar de significado lo ocurrido, por la confianza extrema depositada en el agresor… En este tipo de casos, no tiene por qué producirse ninguna desestabilización del estado psicológico.
Dicho esto, parece evidente que no podemos basarnos, exclusivamente, en la existencia o no de desajustes psicológicos detectables en el menor, para determinar si se ha producido una situación de abuso. Así, por ejemplo, muchos de los desajustes psicológicos asociados al abuso sexual infantil pueden ser fruto de otros estresores psicosociales en la vida del menor (por ejemplo, una situación de ruptura parental).
La experiencia de abuso sexual conlleva, en general, importantes repercusiones para sus víctimas en todos los periodos del ciclo evolutivo, siendo necesario que los profesionales sean capaces de detectar estas problemáticas para poder intervenir en estos casos de forma adecuada y eficaz; ya que los factores emocionales asociados al recuerdo del hecho traumático no siempre encajan con lo esperado. El impacto que un hecho delictivo como el A.S.I. puede tener sobre la víctima, así como en su recuperación futura, depende de numerosos factores a los que hay que atender pormenorizadamente. Entre esos factores cabe citar las características del delito, el grado de familiaridad con el agresor, el desarrollo intelectual, factores de vulnerabilidad y resiliencia, el sexo de la víctima, y la respuesta por parte del entorno de apoyo. Los efectos más graves se vinculan a un mayor nivel de contacto físico, mayor frecuencia y duración de la situación victimizante, a que el agresor sea una persona significativa para la víctima y al empleo de la fuerza y la violencia. El peor pronóstico de recuperación parece relacionado con el menor apoyo y el mayor conflicto intrafamiliar.
• A corto plazo, encontramos una sintomatología internalizante, principalmente problemas de ansiedad (destacando la sintomatología postraumática), depresión, baja autoestima, sentimiento de culpa y estigmatización… Son también relevantes los problemas de conducta, especialmente la sexualización del comportamiento del menor.
• A largo plazo, se desarrolla una diversidad de problemas psicológicos, principalmente relacionados con la sintomatología internalizante (depresión, ideación y conducta suicida, trastorno por estrés postraumático) y los problemas en el área de la sexualidad. En relación con la problemática sexual, la revictimización y la transmisión intergeneracional del abuso sexual han sido dos de las consecuencias encontradas con frecuencia en los estudios sobre este tema que implican una mayor gravedad y controversia, así como importantes repercusiones a nivel social.
Un mejor conocimiento de las variables mediadoras relacionadas con la experiencia de abuso sexual infantil permitirá un mejor tratamiento de estas víctimas, así como la prevención de posibles problemas psicológicos posteriores. Dado que todas estas consecuencias no permiten establecer un síndrome o conjunto de síntomas específico para estas víctimas.
El manual diagnóstico DSM-5 (APA, 2013) incluye el TEPT dentro de los Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés, separándolo de los Trastornos de Ansiedad convencionales. El origen del Trastorno es la exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual (real o amenaza) como experiencia o presencia directa, conocimiento de ocurrencia a familiar próximo o íntimo amigo o exposición extrema a detalles repulsivos. Los síntomas derivados de la experiencia traumática más destacados tradicionalmente han sido la reexperimentación (recuerdos del acontecimiento traumático, sueños recurrentes, flashbacks, malestar ante estímulos que recuerdan el trauma, activación fisiológica,…) y la evitación de los estímulos asociados al trauma tanto internos como externos. Hoy en día, se está prestando cada vez más atención a las distorsiones cognitivas y emocionales asociadas al TEPT. La duración tanto de los síntomas como del trastorno en sí, será determinante para la conicidad del mismo.
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) incluye el TEPT dentro de las reacciones a estrés grave y trastornos de adaptación de los Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos y lo define como un conjunto de reacciones normales (adaptativas) a situaciones anormales reconociendo que los síntomas que se presentan serían los que presentaría la mayor parte de las personas en su misma situación (OMS, 1992)
Según el modelo explicativo de Keane y Barlow (2002) la vulnerabilidad del sujeto tanto biológica como psicológica favorece que ante una experiencia traumática se cree una alarma verdadera efecto directo congruente a la experiencia vivida. Esta alarma funcionará a posteriori como una alarma aprendida sin correlato con la realidad (hiperactivación, flashbacks…) que genera una ansiedad y malestar significativos. El modelo de representación dual de la información traumática (Brewin, 2007) ayuda a comprender cómo la evitación y embotamiento de la emoción por el miedo a sentir el malestar inhibe el procesamiento normal de la información impidiendo la exposición a ese miedo que permita integrarlo en la vida del afectado que no hace sino mantener la sintomatología presente. El apoyo social y la capacidad de afrontamiento de cada individuo modularán el establecimiento y mantenimiento del TEPT.
• No suelen tener la sensación de revivir el pasado, sino que la reexperimentación puede reflejarse en juegos repetitivos (p. ej., recrea accidente haciendo chocar coches de juguete)
• Les puede ser difícil expresar la disminución del interés y el embotamiento afectivo ? obtener información de padres y profesores
• La sensación de futuro desolador puede traducirse en creencias de que su vida no durará para llegar a adulto o de poseer una especial capacidad para pronosticar futuros acontecimientos desagradables (“elaboración de profecías”)
• Pueden presentar varios síntomas físicos como dolores de estómago y de cabeza
Si sospechas que puedes estar frente a un caso de Abuso Sexual Infantil, no dudes en consultar con un profesional que te ayude; por un lado, a confirmar tu sospecha y, por otro lado, a iniciar una intervención lo más precoz posible para contener los síntomas y posibles secuelas futuras en el niño.
Enlaces de referencia:
Estudio de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños (http://www.unviolencestudy.org/)
Convención sobre los Derechos del Niño (https://www.unicef.org/spanish/crc/index_30204.html)
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