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Uno de los principales enemigos de la Felicidad y el crecimiento y desarrollo personal es la Culpa.
Aunque en su definición hace referencia a acciones y ejercicio de la culpa; la realidad es que, lo más frecuente es que hablemos de la culpa como un sentimiento desagradable y paralizante derivado de la noción o concepto que tengo de mi mismo. En su acepción más técnica desde el punto de vista del Derecho, la culpa motiva la asunción obligada de responsabilidades. Este es uno de los puntos clave que te invito a profundizar: ¿Existe diferencia entre la culpa y la responsabilidad?
Demos por hecho que sentirse culpable es incorrecto según la R.A.E.; sin embargo, es más frecuente de lo que nos gustaría, vernos atrapados en las arenas movedizas de la culpabilidad. A mis pacientes les invito a que se imaginen que están en un punto en el que se abren dos caminos y que deben elegir por cuál transitar.
– El camino de la culpa. Es un camino que nos lleva derechos a una piscina de arenas movedizas en la que nadamos entre malestar, autocrítica, juicios, remordimientos… Es un callejón sin salida que nos lleva una y otra vez a poner nuestro foco en el pasado, en lo que fue y que ya no puede dejar de haber sido. Es un camino cuyo primer paso es el “¿Por qué?” Al preguntarnos ¿por qué?, nos adentramos en un sinfín de hipótesis respecto a posibles decisiones que se podrían haber tomado en el pasado para evitar el resultado obtenido. Sin embargo, no tenemos la suficiente compasión hacia nosotros mismos como para comprender que aquella persona del pasado que tomó aquella decisión, no tenía el aprendizaje ni el conocimiento que tenemos hoy (desde donde nos juzgamos) de los efectos que tendría esa determinación.
– El camino de la responsabilidad. Este camino es mucho más peliagudo. No funciona como un tobogán que desemboca en una piscina, por muy horrorosa que nos parezca. En el caso del camino de la responsabilidad, el primer paso es el del “¿Para qué?” Esta diferencia de matiz, será la que determine la gran diferencia de perspectiva. Desde el ¿para qué? nos anclamos en el presente, valoramos y analizamos nuestra situación, y ponemos el objetivo en el futuro. Es un camino que nos lleva directamente a la acción, a la toma de decisiones, al avance y al desarrollo. Nadie nos asegura que no terminaremos en esa piscina de malestar a la que nos llevaba el camino de la culpa, pero si allí terminamos, habremos adquirido la capacidad para salir de ella y tomar las acciones oportunas para transformar nuestra situación.
La culpa, por definición, pone su en la acción y en la asunción de responsabilidades. La forma de ser de cada uno, no es objeto de culpa, pero si que somos responsables de decidir libremente si nuestra forma de ser nos gusta o si desearíamos cambiarla, en cuyo caso, recogeríamos la responsabilidad de emprender las acciones que consideremos más oportunas.
Puedes estar tranquilo porque, sin falta, te equivocarás. La equivocación forma parte del proceso y, desde el camino de la responsabilidad, es uno de los trampolines más potentes de desarrollo personal. Sin embargo, has de tener cuidado con una cosa… Si quieres ser realmente libre y feliz, necesitarás ser consciente de que quienes buscan culpables son incapaces de asumir responsabilidades y, si pueden, te harán cargar con las suyas.
¡Recuerda! ¡Eres culpable de ser feliz y responsable de transformar lo que no te permite serlo! No dudes en pedir ayuda para hacerlo y descubrir que todos los recursos que necesitas los encontrarás en ti mismo.
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