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Las rabietas infantiles pueden ser frustrantes para cualquier padre. Pero en lugar de verlos como desastres, debemos asumir las rabietas como oportunidades para la educación.
Las rabietas van desde lloriqueos y llantos hasta gritos, patadas, golpes y contención de la respiración. Son comunes en niños y niñas entre las edades de 1 a 3 años, cuando se están desarrollando las habilidades del lenguaje. Pero, a medida que mejoran las habilidades lingüísticas, las rabietas tienden a disminuir.
Las rabietas son una parte normal del desarrollo infantil. Pues, son la forma en que los niños pequeños muestran que están molestos o frustrados. Aprender a lidiar con la frustración es una habilidad que los niños podrán ir adquiriendo con el tiempo.
Las rabietas infantiles tienen lugar cuando los niños están cansados, hambrientos o incómodos. Así pues, este comportamiento ocurre cuando no pueden tener algo que quieren (como un juguete o un dulce) o no pueden lograr que alguien haga lo que desean.
Los niños pequeños quieren independencia y control sobre su entorno, más de lo que realmente pueden manejar. Esto puede llevar a luchas de poder cuando un niño piensa “Puedo hacerlo yo solo” o “Lo quiero, dámelo”.
Así pues, cuando los niños descubren que no pueden hacerlo y que no pueden tener todo lo que quieren, tienen una rabieta. Pero, ¿cómo podemos evitar las rabietas?
Trata de evitar que ocurran berrinches siempre que sea posible con estos consejos:
Adquiera el hábito de animar a tu hijo a portarse bien. En este sentido, recompensa a tu pequeño con elogios y atención por su comportamiento positivo.
Ofrécele elegir opciones como “¿Quieres zumo de naranja o de manzana?” o también, “¿Quieres cepillarte los dientes antes o después de bañarte?”.
De esta manera, no estarás preguntando “¿Quieres cepillarte los dientes ahora?” – a lo que, por supuesto, se responderá “no”. Dales el control cuando realmente no sea importante.
Esto hace que las rabietas sean menos probables. Obviamente, esto no siempre es posible, especialmente fuera del hogar donde no se puede controlar el entorno.
Trate de ofrecer algo más en lugar de lo que no pueden tener. Comience una nueva actividad para reemplazar la frustrante o la prohibida (por ejemplo, si su hijo está saltando en el sofá, pídale que venga a ayudarlo a “cocinar”.
Luego, puedes felicitarle por ayudarte o seguir instrucciones, en lugar de que comiencen una rabieta o se nieguen a bajar
También, puedes cambiar el entorno. Por ejemplo, muévalo a una habitación diferente.
Ayuda a los niños a aprender a hacer cosas. Elógialos para ayudarlos a sentirse orgullosos de lo que pueden hacer.
Además, te recomendamos comenzar con algo simple antes de pasar a tareas más complejas.
Si sabes que tu pequeño está cansado, no es el mejor momento para ir de compras o tratar de hacer un mandado más. Los niños hambrientos son más propensos a pedir comida en la tienda en comparación con aquellos que acaban de comer (¡igual que los adultos!).
Considere la posibilidad de crear un lugar para “relajarse” o “calmarse” en su hogar. Por ejemplo, prueba en usar un cojín suave y proporcionar libros, un animal de peluche, música suave y otras actividades relajantes en un lugar donde nadie moleste al niño.
Asimismo, anime a su hijo a ir a dicho lugar cuando esté enfadado o molesto, no como un castigo, sino como una opción y una oportunidad para aprender a calmarse y controlar su frustración.
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