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Cuando acudimos al psicólogo, una duda muy frecuente es si este profesional contará nuestros problemas a otras personas, ya sean amigos, familiares o compañeros de profesión. Y es que la idea de que eso ocurra, puede cohibirnos muchas veces, haciendo que la calidad de la terapia merme.
Es por ello que en este artículo te contamos por qué no puede hacerlo, pero qué excepciones hay. Si quieres descubrirlo, ¡sigue leyendo para no perdértelo! A continuación, te lo contamos.
Hay algunos profesionales que tienen que seguir el llamado secreto profesional o principio de confidencialidad, como son los periodistas, trabajadores sociales, abogados, enfermeros y médicos.
También es el caso de los psicólogos, quienes no pueden hablar con una tercera persona sobre aquello que ocurre en las sesiones contigo. Al menos, a priori. Y es que, como veremos más adelante, hay excepciones.
En otras palabras, detrás de algunas profesiones, entre las que se encuentra la de los psicólogos, está un importante código ético que hay que cumplir.
En el Código Deontológico de los psicólogos, en el apartado “de la obtención y uso de la información”, concretamente en el artículo 40, se recoge la obligación de atenerse al secreto profesional.
Toda la información que adquiera el psicólogo, ya sea por manifestaciones verbales del paciente, por datos psicotécnicos u observaciones, ha de quedarse entre profesional y paciente. A no ser que este último diera consentimiento expreso para compartir la información.
En la consulta de un psicólogo es completamente normal que se traten temas delicados, como traumas, conflictos familiares, sentimientos poco aceptados por la sociedad, fobias o trastornos en general. Así que saber que esa información no puede salir de las cuatro paredes de la consulta, alivia considerablemente a los pacientes.
Para que la psicoterapia sea más fructífera, lo ideal es que haya una buena relación entre el psicólogo y el paciente. Una relación de confianza es lo mejor para conseguir mejores resultados.
Los psicólogos, como hemos dicho, siguen un código ético. En este, se encuentra el secreto profesional o principio de confidencialidad. Pero, además, se recoge su objetivo o prioridad, que es el bienestar de los pacientes, así como el de las personas de su entorno.
Es por eso que no siempre se puede asegurar la confidencialidad. Si el paciente o una persona de su entorno está en peligro, y el psicólogo tiene evidencias por lo que le ha contado el paciente, el profesional tendrá que romper su secreto profesional.
En otras palabras, la excepción es la existencia de peligro, tanto inmediato como concreto. Pero, ¿cuáles son las situaciones en las que se considera que el paciente o alguien de su entorno está en peligro?
Son los casos de personas con ideas suicidas, que han sufrido abuso sexual y/o físico, en un proceso judicial o en situación de riesgo.
Es muy habitual encontrar pacientes que sufren depresión. Sobre todo si se trata de una depresión mayor o severa, es posible que el paciente tenga ideas de suicidarse, incluso la intención de hacerlo.
Los síntomas de este trastorno mental como la intensa tristeza, la pérdida de energía, la falta de esperanza, problemas para dormir…, pueden llevar a pensamientos suicidas, incluso actos suicidas.
Si el paciente tiene alguna crisis, quizás porque no está siguiendo el tratamiento adecuado, donde van de la mano la psicología y la psiquiatría, es el momento de hablar con el entorno del mismo.
Y es que no siempre los familiares conocen el estado mental de las personas por lo que, de no hacerlo, hay que romper el principio de confidencialidad.
También es común tratar en terapia casos de abuso sexual, físico y psicológico. Muchas veces, las víctimas no hablan de ello más allá de la consulta, puesto que el miedo es paralizante.
Pero, si el psicólogo reconoce que está ocurriendo algo así, debe avisar a los padres de la víctima. De nuevo, rompiendo el secreto profesional. En caso de que el abuso provenga de familiares cercanos y contárselo a los padres no sea la mejor opción, ha de acudir a las autoridades pertinentes.
Los psicólogos se encuentran, muchas veces, ante casos en los que hay que tratar a pacientes que son derivados desde alguna institución de justicia. En estos casos, siguiendo las leyes, derechos y obligaciones de los psicólogos, cabe la posibilidad de que haya que romper el secreto profesional.
En definitiva, toda situación de riesgo para el paciente o alguien de su entorno es una buena razón para olvidarse del principio de confidencialidad. Lo habitual es que solo se atienda a casos en que personas cercanas al paciente estén en peligro, pero en el caso de que fuera una situación grave, se puede abarcar a personas que no sean cercanas.
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