¿Por qué es importante un diagnóstico integral en odontología?

A menudo, cuando acudimos a una clínica de odontología, tendemos a preocuparnos más por los resultados que por la salud de nuestra boca. Buscamos que nos hagan X tratamiento, sin pararnos a pensar si es lo adecuado para nuestros dientes y encías. 

Por ello, surge el diagnóstico integral, imprescindible para conocer las condiciones en que se encuentran todos y cada uno de los elementos de la boca, y no solo los dientes (encías, lengua o nervios, por ejemplo). 

A continuación, te contamos la importancia de este estudio en profundidad. ¡Sigue leyendo para no perdértelo!

La odontología

Dentro de las ciencias de la salud hay numerosas ramas. Entre todas ellas, encontramos la odontología, que diagnostica, trata y previene las enfermedades del aparato estomatognático. Este aparato lo forman los dientes, las encías, los maxilares superior e inferior, el tejido periodontal y la articulación temporomandibular. 

Además, hay gran diversidad de especialidades, como son la odontología general, la endodoncia, la patología maxilofacial, la cirugía oral, la cirugía maxilofacial, la ortodoncia, y un largo etcétera. 

Algunos de los tratamientos que llevan a cabo estos profesionales son endodoncias, coronas, carillas dentales, brackets, blanqueamientos dentales, implantes, extracción de las muelas del juicio… Pero, para llevar todos ellos a cabo correctamente, es muy relevante estudiar perfectamente cada caso. 

Es entonces cuando aparece la herramienta del diagnóstico integral en odontología que, como verás, tiene mucha importancia. 

La importancia del diagnóstico integral

Por algún motivo que desconocemos, existe la creencia errónea de que las cuestiones de salud han de ser tratadas inmediatamente, sin estudiar cada caso. Y no es menos cuando hablamos de odontología, quizás hasta es más frecuente. 

Es decir, llegan pacientes exigiendo implantes, ortodoncias o carillas, sin preocuparse por si es lo correcto o no para su salud. Pero, por mucho que se tenga una afección concreta, lo ideal es llevar a cabo un diagnóstico integral.

Y, ¿para qué sirve? Estos estudios dan información relevante a los profesionales de la odontología: ¿qué sucede?, ¿qué tratamiento hay que llevar a cabo?, o ¿existen antecedentes familiares?

En caso de hacer un tratamiento a un paciente al que no se ha hecho un diagnóstico integral previo, es posible que termine siendo peor el remedio que la enfermedad. Para empezar, lo más seguro es que los tratamientos fracasen y no consigan su objetivo.

El ejemplo más común en odontología es el de los empastes y las endodoncias. Cuando se sospecha que hay que empastar algún diente, es fundamental hacer una radiografía. De lo contrario, se puede ignorar que había que hacer una endodoncia y no un empaste. 

En definitiva, los diagnósticos integrales son herramientas de lo más útiles para evitar llevar a cabo tratamientos invasivos innecesarios que van a fracasar. 

Pero, ¿cómo se hace un buen diagnóstico?

Por la importancia que estamos dando a estos estudios en profundidad, cabría pensar que son métodos de lo más complejos. Pero lo cierto es que no. Para llevar a cabo un buen diagnóstico integral, en odontología, tan solo hay que prestar atención a tres elementos. 

En primer lugar, a la historia clínica. De esta manera, se pueden saber los antecedentes médicos y de los familiares de los pacientes, además de si es recurrente que tenga molestias o no, etc. 

En segundo lugar, hay que llevar a cabo una inspección exhaustiva de la boca de los pacientes. Se observará cada lugar de la boca, cada cavidad, cada diente, si hay caries, si el estado de las encías es el óptimo, si se ve alguna inflamación…

Y, en tercer lugar, se pueden hacer radiografías orales, aunque no son tan habituales. De todas formas, estas sirven para garantizar los resultados del tratamiento al que se va a someter el paciente.