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La lejía es uno de los químicos más utilizados por las familias en su día a día, además de ser el principal compuesto que utilizamos desde la llegada del coronavirus. Pero muchas veces no lo manejamos de manera correcta y esto puede perjudicar nuestra salud. Por ello, te presentamos los errores más comunes al utilizar lejía y cómo pueden afectar nuestra salud.
Entre los principales errores, podemos destacar los siguientes:
Está bien que mezclemos la lejía con el agua con la intención de diluirla, pero lo ideal es que el agua esté fría. Muchas veces se hace esto con agua caliente, pensando que será más efectivo, pero resulta ser todo lo contrario, ya que el cloro se evapora y permite una menor desinfección.
Utilizar más cantidad de producto es muy común. Lo cierto es que con solo un 5% de lejía y un 95% de agua podemos desinfectar cualquier superficie rápidamente.
Nunca, jamás, debemos mezclar la lejía con productos como, por ejemplo, la lavanda, ya que esto puede causar una reacción tóxica. Pero no solo con la lavanda, ya que que puede suceder con el amoniaco, el alcohol y el vinagre.
La lejía no se encarga de limpiar, solo desinfecta. Así que no debemos utilizarla como si fuera un limpiador, antes del agua y jabón. Primero debes limpiar y, posteriormente, utilizar la lejía ya diluida.
Al igual que lo anterior, la lejía debe diluirse antes de utilizarla. Lo correcto es hacerlo con un 95% de agua y el 5% de lejía que corresponde. De todas formas, es igual de efectiva y es más eficiente para desinfectar.
Mientras usamos la lejía debemos abrir las puertas o ventanas cerca, ya que no es recomendable que inhalemos los gases por mucho tiempo. Además, tampoco es recomendable que dejemos la lejía dentro de nuestro WC. Lo correcto es limpiarlo tras utilizarla.
Este error es de los más comunes. Además de que se pierde el efecto, se evapora el cloro y da un mal olor. Por ello, si tienes un pulverizador de agua con lejía para desinfectar constantemente, es mejor cambiarlo a diario.
Los guantes siempre son importantes, por lo que debemos usarlos siempre y, a ser posible, acompañarlos de una mascarilla. De esta forma, nuestra piel no se irritará ni estará resentida y con mal olor.
Muchas personas creen que limpiar la orina de los perros con lejía es lo correcto, pero lo cierto es que, aunque puede desinfectar, el perro continuará orinando sobre el mismo sitio porque el olor les atrae. Por lo tanto, es mejor utilizar otro tipo de solución, como por ejemplo el vinagre, e incluso el alcohol.
La madera o el terrazo no son compatibles con la lejía, por lo tanto no es correcto utilizarla para desinfectarlos. Tampoco debe ser usada para limpiar el yeso o la escayola. De tal forma, si quieres desinfectar una zona con lejía, debes asegurarte que puede soportar la reacción. De lo contrario, puedes utilizar agua y jabón.
Desde que vivimos con mascarillas, no es habitual oler la lejía dentro de su paquete o botella. Pero antes era sumamente frecuente que las personas olieran el producto en los supermercados para poder deleitarse por las fragancias que pueden ofrecer. Cuando estés cerca de lejía, amoniaco u otros productos de alta toxicidad, lo mejor es que te alejes.
Obviamos que la lejía puede estropear nuestras prendas. Aunque puede limpiar sin problemas un baño, cuando tiene contacto con la ropa no sale todo como pensamos. Lo más frecuente que encontramos en prendas lavadas con lejía es la decoloración en zonas como entrepiernas, rozaduras y codos. Por lo tanto, es mejor no utilizarla porque podremos perder prendas valiosas en el proceso.
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